Para crear su estructura se colocaron 112 troncos procedentes del bosque de Bad Münstereifel. La disposición de los troncos se realizó bajo la dirección del maestro carpintero Markus Ressman. Sobre esa estructura de troncos se fue colocando hormigón en tongadas de 50 cm. de espesor hasta los 12 metros de altura, sobresaliendo el encofrado con respecto al punto más alto del vertido. Cada lado del prisma con una longitud distinta para dotar al volumen de proporciones cambiantes, según la perspectiva. Una puerta metálica triangular aventura la forma del volumen vacío.
El hormigón se realizó con gravas de río, cemento blanco, agua y arena amarilla rojiza, con la técnica “rammed concrete”, sin armadura y con una diferencia de 24 horas entre vertidos. Un muro de hormigón de gran espesor con la intención de ir marcando en su aspecto exterior la suma de las tongadas con la forma irregular que de forma natural procede y con los pequeños cambios de color fáciles de imaginar. Una vez finalizada la colocación del hormigón se encendió fuego usando la estructura del encofrado como materia combustible, para luego retirar con medios mecánicos los troncos de madera que ya se habían caído o bien a los que se podía realizar esta operación con comodidad. Con el quemado se separó la madera del hormigón, pero quedó su negativo conformando el espacio interior con su forma, el color negro del momento del quemado y durante tiempo se conservaba el olor. El olor como parte importante de las percepciones que uno pueda experimentar cuando visita una obra de Zumptor al igual que en el pabellón de Hannover y en otras obras.
Por la diferencia de altura del encofrado y del vertido quedó un óculo en el techo a la que hay que sumar 350 perforaciones minúsculas en el cemento para que se filtrara la luz, conseguidas con los huecos dejados por las garras que ataban el encofrado exterior a la estructura interior . Todas las perforaciones se taparon con piezas de vidrio soplado que con su forma vista de una semiesfera generan una sensación especial que acompaña la entrada puntual de luz y consiguen iluminar el área inmediata del oscuro hormigón del interior. El óculo superior permite entrar la lluvia y la niebla en el espacio interior al igual que en otros templos que inmediatamente nos aparecen en nuestra memoria.
Para realizar el pavimento, se vertieron cuatro toneladas de latas recicladas, convertidas en una capa de estaño y plomo fundido. Se añadieron contenedores de tierra para velas, cuencos sagrados, un mueble de madera de tilo y una cabeza de bronce realizada por Hans Josephsohn.
Los troncos del encofrado, aquellos que en su ausencia definirán el espacio interior de la capilla, están dispuestos de una forma elemental, como si se tratase de un sencillo amontonamiento de troncos, abierta su disposición en su base para asegurar la estabilidad. Nuestra memoria puede llevarnos a imaginarnos que están colocados al modo de un tipi más denso de lo necesario, como una estructura elemental de secado de paja, un bonfire o bien una hoguera festiva para las celebraciones de San Juan que se realizan en algunos países. Este recorrido por posibilidades va desde una elemental vivienda a un procedimiento que tiene como fin el quemado de una construcción temporal y festiva pero no debe hacernos olvidar que el carbón vegetal se puede conseguir con procedimientos parecidos y que en la elaboración más elemental de los ladrillos también resta un espacio vacío al retirar lo producido. El habitual proceso del negativo y positivo que ofrece el hormigón se suma a todo lo que el quemado del encofrado puede ofrecer. Se finalizó su construcción en 2007.
CQ
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Localización: Mechernich, Alemania
Año: 2007
Fotografías: Eugeni Bach
Editado por:
Publicado: Feb 21, 2014