El revestimiento del Centro de Salud de Illueca, de Pemán y Franco Arquitectos, está formado por piezas cerámicas Faveker, cuyo acabado metálico ofrece un nivel de brillo variable según la incidencia de la luz. Esta envolvente de piel cerámica porcelánica, con hasta un 46% de reciclados en su composición, y con absorción de agua por debajo del 0,5%, consigue un ahorro en la demanda primaria del edifico de hasta el 40%.
Las placas de cerámica Faveker están fabricadas por la empresa Gres Aragón, especializada en soluciones de fachadas ventiladas cerámicas.
El Centro de Salud de Illueca ocupa el único frente que está urbanizado de una hipotética manzana de edificios de cinco plantas, con patio central, que el Plan General del municipio prevé para este lugar pero que es muy improbable que se llegue a realizar a medio plazo. Por esta razón, el edificio debía responder a una doble condición, la de formar parte de una estructura urbana inacabada y la de ser, al mismo tiempo, un edificio autónomo que se implantaba en el lugar con la clara voluntad de mejorar el espacio próximo.
La construcción se adapta al desnivel que presenta el terreno y al trazado de la calle a la que da frente, cumpliendo con el fondo establecido para la manzana pero retranqueándose unos metros de la alineación para, de ese modo, ensanchar la acera y liberar un amplio espacio cubierto por una ligera marquesina que protege la entrada del edificio, enfatiza su carácter público y cualifica este tramo de calle.
Alzado al interior de la parcela. Ver pdf
Planta baja. Ver pdf
Planta primera. Ver pdf
Alzado a la calle. Ver pdf
Alzado. Ver pdf
Por tanto, se trataba de buscar la manera de integrarse en un entorno semi urbano caracterizado por edificios anodinos de ladrillo, muros de revoco y fachadas domésticas, tratando al mismo tiempo de significarse con mesura ya que el Centro de Salud es un equipamiento que reclama cierta presencia, tanto en la escala próxima como en la lejana.
Sección transversal. Ver pdf
Ambos objetivos no resultaron ser contradictorios y propiciaron el encuentro de recursos formales sobrios como el retranqueo de plantas para componer un perfil escalonado, una particular seriación de huecos y las posibilidades expresivas de una piel cerámica, lo que acabó destilando un volumen sencillo compuesto por elementos que colaboran a una lectura global del mismo:
- El zócalo, que resuelve el encuentro del edificio con un terreno topográficamente complejo.
- Las cubiertas planas, que aportan una geometría depurada en medido contraste con las cubiertas inclinadas tradicionales.
- Los huecos, recortados con marcos que vuelan sobre el plano de la fachada, homogéneos pero sin un orden vertical estricto, componiendo un ritmo alejado de lo doméstico, buscando de ese modo que la variación sea la que hermane al edificio con su entorno.
- La marquesina, que protege la entrada al edificio y mejora el tramo de calle que está en contacto con el edificio.