La arquitectura, sin unas coordenadas concretas donde levantarse, no es más que un artefacto abstracto, una ficción mental, un ejercicio de fantasía. Al situarse sobre un lugar físico, el ser humano modifica la geografía, inaugura un espacio, crea un paisaje.
Desde los primeros conjuntos megalíticos, toda construcción humana sobre la tierra ha supuesto una interacción con la naturaleza. Y a lo largo de la historia, al levantar cada edificación, el hombre ha establecido una relación única y específica con el entorno natural que lo rodea. Por necesidad de procurarse alimento, ha domesticado en bancales la agreste silueta de escarpadas laderas o ha transformado los interminables campos de tierra parda en dorados trigales. Para recrear su espíritu, ha creado atmósferas de tranquilidad y descanso, generando recintos privados donde disfrutar del sonido del agua, del perfume de las flores y del frescor de las sombras de los árboles. Para embellecer su ciudades o dotar de majestuosidad sus palacios, ha proyectado paseos, parques, regulando mediante geometría o preservando su presencia espontánea, grupos de árboles, arbustos, plantas olorosas o arroyos cristalinos.
Hoy tenemos la urgencia de replantear nuestro entorno y, frente a la idea del papel ornamental o accesorio que la naturaleza ha tenido en el desarrollo de la arquitectura como disciplina, resulta evidente que la vegetación natural debe ser considerada como el único elemento que, indisolublemente unido al proyecto de edificación, es capaz de garantizar frescor, salud y vitalidad a las ‘islas de calor’ en que se han convertido nuestros entornos urbanos.
En la cita anual del Día Internacional de la Mujer, invitamos a tres grandes profesionales del paisajismo y la arquitectura española, pertenecientes a tres generaciones distintas, a compartir sus reflexiones sobre la poderosa aportación que supone integrar, como elemento esencial, la naturaleza en los proyectos de arquitectura. Son Isabel Aguirre de Urcola, Teresa Galí-Izard y Marina del Mármol.
Tectónica: En primer lugar, te agradecemos esta conversación, porque impresiona tu curriculum e historial. Eres titulada por la Escuela Superior de Arquitectura de A Coruña, en donde, además, has dado clase. ¿En tus años de formación había alguna asignatura o profesor que te despertara el interés por el paisajismo, o tu dedicación profesional se debe a intereses personales?
Parque de Santo Domingo de Bonaval en Santiago de Compostela, 1994.
Isabel Aguirre de Urcola: Fue puro interés personal. En realidad, cuando empecé a estudiar, los alumnos que estaban en el último curso me preguntaron un día que por qué quería estudiar la carrera de arquitecto y les dije: “Para hacer jardines”. Se quedaron mirándome y creo que no me entendieron. En aquellos años lo del paisaje en España era la asignatura pendiente. Tuve la suerte de haber vivido siempre en una casa con jardín y para mí convivir con un jardín era tan natural como respirar. Antes de estudiar la carrera ya había diseñado algún jardín. Me encantaba la arquitectura y, al final, el paisaje es la arquitectura total.
T.: ¿Cuál fue tu primer proyecto de paisajismo, y qué recuerdas de bueno y malo en aquella primera obra?
IAU: Fue el acondicionamiento del Campus 2 de Santiago, El Monte de La Condesa se llama. No fue un encargo mío. El estudio al que se lo encargaron me pidió que lo hiciese, y recuerdo la alegría… y el sufrimiento de enfrentarme a una obra importante
T.: ¿Qué proyectos de paisajismo han marcado el planteamiento de tu propio trabajo?
IAU: Si hay alguien que para mí ha sido un referente es Roberto Burle Marx. Su obra es una maravilla, admiro la creatividad de sus proyectos y su conocimiento, su amor por las plantas; eso me parece básico para poder comprender el paisaje.
Roberto Burle Marx. Playa de Copacabana, Río de Janeiro, Brasil. Fotografía: Donatas Dabravolskas. Licencia Creative Commons via Wikipedia.
T.: Acerca de tus obras, ¿de cuál estás más orgullosa porque pudiste llevar a cabo el proyecto que planteabas? ¿Cuál sería tu carta de presentación?
IAU: Tengo la suerte de que siempre he hecho los proyectos como he querido. Un proyecto se plantea para resolver un problema… o muchos. Estudio muy bien todas las posibles soluciones; tardo mucho en decidir cómo resolverlo, y hasta que no lo tengo claro, no empiezo a dibujar. Después, el proyecto te va pidiendo más cosas, pero la idea básica es fundamental. Y destacaría, como obras que definen el planteamiento en mi trabajo, el Parque de Bonaval y el Parque Oeste Val Grande de Lisboa, aunque la verdad es que, como siempre me han encargado proyectos tan distintos me he pasado la vida aprendiendo.
Parque Oeste Val Grande, Lisboa, 2003.
T.: ¿Qué estudios de paisajismo, de arquitectura del paisaje, están proponiendo actualmente planteamientos interesantes? ¿Por qué?
IAU: Creo que estamos en una etapa muy interesante porque el paisajismo ya no es solamente el jardín o el parque, por muy grande que este sea; ahora se ha introducido la protección de la naturaleza, especialmente frente a los retos del cambio climático, y en este sentido me parece que habría que destacar la obra de Kongjian Yu, con sus “ciudades esponja”, proponiendo una solución muy sabia a los problemas de las inundaciones en las ciudades, utilizando medios naturales. En realidad, el Parque Oeste Val Grande de Lisboa ya iba en esa dirección: una lámina de agua que puede desbordarse y absorbe las lluvias torrenciales que inundarían Lisboa mientras no bajan los niveles de saturación de las redes de pluviales. Siempre me pareció el buen camino. Las ciudades deben incorporar a la naturaleza por los enormes beneficios que les aporta.
Kongjian Yu , Sanya Mangrove Park de Kongjian Yu., Sanya, Hainan Province, China, 2018. Fotografía: Turenscape, cortesía de The Cultural Landscape Foundation.
T.: A lo largo de tu carrera has estado en contacto con escuelas e instituciones de formación en la arquitectura del paisaje. ¿Hay alguna de estas escuelas que te hayan marcado para luego desarrollar el plan de formación en la Escuela Gallega de Paisaje de la Fundación Juana de Vega?
IAU: Cuando empecé a organizar la Escuela, me estudié muchos de los programas que hay en distintas escuelas europeas, sobre todo Versalles y las escuelas portuguesas, que tienen orientaciones muy diversas. Unas apuestan más por la creatividad, y otras, por los valores de la naturaleza. En ese aspecto creo que Gilles Clèment, con su docencia y su obra, ha hecho mucho por integrar estas dos tendencias.
Gilles Clèment, Parque de Laeken, Bruselas, 2008.
T.: La Fundación Juana de Vega tiene un origen muy particular, a partir de la herencia de una mujer que se interesa por fomentar la investigación en el desarrollo agrario; es decir, tiene una base de producción agrícola importante. ¿Cómo ves la regeneración de las áreas agrícolas a través de un paisaje productivo, que el desarrollo agrícola respete la morfología paisajista, la herencia cultural del territorio como un valor de cara a su desarrollo turístico? Estoy pensando en Ribeira Sacra, de la que eres presidenta de la Irmandade.
IAU: Es un tema complicado por el auge que en esta época tiene el turismo. Debemos partir de la base de que los agricultores no cultivan la tierra para que vayamos a verla y la disfrutemos como un paisaje, sino que lo hacen para producir, para ganarse la vida, y el resultado de esa actividad es un paisaje muchas veces maravilloso, que es un valor en sí mismo, porque siempre he defendido que los agricultores son los grandes constructores del paisaje. Que estos paisajes agrícolas enriquecen la actividad turística está claro, pero no pueden supeditarse a ella. En los paisajes del vino, antes había bosques o había “pan”, como se llama en la Ribeira Sacra al centeno, como en los campos de girasoles había trigo. Creo que el desarrollo turístico tiene que ir por comprender el paisaje, entender sus valores, al tiempo que el desarrollo agrícola deberá hacerse teniendo en cuenta la protección de la naturaleza, de la biodiversidad, desarrollando técnicas ecológicas en todos sus aspectos, de tal modo que genere riqueza para los agricultores. Probablemente, en ese camino se crearán nuevos paisajes que también admiraremos. La vida siempre evoluciona y cambia, ¿por qué no el paisaje?
Mirador de A Cividade sobre el cañón del Sil, Ribeira Sacra, Lugo, 2012.
T.: ¿Crees que el Paisajista o Arquitecto del Paisaje es una profesión ya asentada en España?
IAU: No, no lo creo. Desde el punto de vista de un sector cada vez mayor de la sociedad, sí que es una demanda, pero la Administración no colabora. De hecho, en España, al contrario que en otros países de la Comunidad Europea, el título de paisajismo no habilita para firmar proyectos; tiene reconocidas las capacidades pero no tiene reconocidas las atribuciones, y eso depende del Ministerio. En Portugal, por ejemplo, sí que tienen atribuciones y docencia en paisajismo desde hace casi 50 años.
Recuperación del entorno del Monasterio de Caaveiro en el Parque Natural Fragas del Eume, A Coruña, 2015.
T.: ¿Qué aconsejarías a alguien que quiera dedicarse al paisajismo?
IAU: Que abra bien los ojos y mire mucho, que mire de cerca, porque hay pequeños paisajes cercanos, y de lejos, a los grandes paisajes. Que se aprenda el nombre de las plantas, cuantas más mejor, que las mire crecer, y que aprenda a pensar a largo plazo, porque el paisaje cambia y está vivo.
Parque do Lago, Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela, A Coruña.
T.: Ahora se habla mucho de la necesidad de renaturalizar la ciudad, ¿cuáles crees que pueden ser las mejores estrategias para afrontar de manera realista este objetivo? ¿Planes ambiciosos?¿Pequeñas actuaciones? ¿Hay algún ejemplo que te parezca sobresaliente?
IAU: Actualmente existe una estrategia general, a nivel europeo, llamada Infraestructura Verde, orientada al desarrollo de “corredores verdes” por todo el territorio y que se adentran también en las ciudades. Apuesta por la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. La escala de su aplicación a nivel territorial es grande, pero en las ciudades pienso que se tendrá que desarrollar a pequeña escala y sobre todo implicando a la ciudadanía, desde la plantación de arbolado en las calles hasta las plantas en los balcones. Un ejemplo de interés por todo lo vinculado a la naturaleza creo que es Allariz, una villa pequeña, de poco más de 6.000 habitantes, que organiza desde hace 15 años un Festival Internacional de Jardines, al que acuden paisajistas de todo el mundo y que, conservando los proyectos ganadores, va creando un precioso parque para los vecinos.
Festival Internacional de Jardines en Allariz, Ourense.
T.: Y, por último, ¿crees que el género ha influido de alguna manera en desarrollar un interés profesional por el paisaje?
IAU: No, para nada. La creatividad y el amor por la naturaleza creo que no tienen nada que ver con el sexo. Pero como en casi todas las profesiones, a las mujeres nos ha resultado más difícil abrirnos camino; pienso que ahora ya no.
Tectónica: Primero nos gustaría que nos hablaras de tu formación, que, por la información que tenemos, es muy completa porque primero te licenciaste como Ingeniera Agrónoma y luego hiciste un posgrado en Arquitectura del Paisaje en la Politécnica de Catalunya. ¿En qué momento la tierra y la naturaleza como explotación, que parece es el objetivo en Agrónomos, se convirtió en interés por el paisaje y su desarrollo?
Teresa Galí-Izard: Mi formación empezó con los paseos semanales –con mi padre y mis hermanos– , en la casa de campo que tenía mi familia. Era una rutina en la que cada uno de nosotros aprendimos el nombre de las rocas, las plantas, y también el nombre de las nubes y los vientos.
Luego estudié agronomía e hice el posgrado, es verdad, pero nunca estuve satisfecha hasta que conocí a Jacques Simon, el paisajista francés que enseñó en Versalles. Con él desarrollé una forma determinada de entender el paisaje. Viajé muchísimo en coche por la península, que es un libro abierto para aprender paisajismo.
T.: En este momento en el que la arquitectura y el urbanismo miran de nuevo la naturaleza como un elemento más que hay que incorporar al entorno que se construye, incluso recuperando espacios que la acción humana ha dañado de forma especial, como es la obra por la que nosotros te conocimos de la recuperación y restauración paisajística del vertedero de Garraf del 2001que hiciste con batlleiroig, ¿cómo ves la evolución de esta sensibilidad?¿Ha cambiado mucho desde que comenzaste a trabajar con o cerca de estudios de arquitectura, o sigues trabajando con los mismos que ya tenían esa sensibilidad incorporada?
Regeneración del vertedero de Garraf, valle de En Joan, Barcelona. Fotografía: Jordi Surroca, AqAg.
TGI: La arquitectura y el urbanismo están desarrollando interés por tópicos, que para los paisajistas son fundacionales. Parece que cuando los arquitectos y urbanistas los descubren empiezan a existir. Es fantástico que los descubran, pero sería fantástico también que aprendieran a reconocer el trabajo de los otros de forma horizontal, así como otras inteligencias y formas de entender el mundo. Avanzaríamos todos juntos de forma más rápida y con un punto de salida mucho más interesante. Un buen ejercicio es integrar la geología y clima como la materia primera que sostiene todo lo demás. Parece que es ir para atrás y hay resistencia a integrar estos aspectos fundacionales que se han olvidado por razones varias.
Sección de actuación en el vertedero de Garraf.
El proyecto del vertedero del Garraf, es un buen ejemplo. Nosotros solo cubrimos la capa superior del vertedero. La capa inferior, la que está conectada con la geología, esta extremadamente contaminada. Como no la vemos no lo sabemos. Pero cualquier persona formada, al ver el paisaje del entorno, que es kárstico, y conocer los procesos de descomposición debería sospechar de esta condición. Es el momento de repasar nuestros proyectos de forma crítica y no quedarnos solo con la imagen. Los proyectos de paisaje son relaciones entre factores bióticos y abióticos, están vivos, evolucionan y cambian. En un momento dado dejan de depender de nosotros.
Jardín de la Fundación Giner de los Ríos - Institución Libre de Enseñanza en Madrid y Paseo de Sant Joan en Barcelona. Fotografías: izquierda, José Hevia; derecha, Adrià Goula.
T.: En tus obras hay algunas en las que pareciera que el jardín ha crecido de manera algo anárquica, de manera muy natural, frente a otros más regulados en donde se percibe la geometría que hay detrás. ¿Esa decisión la impone el jardín, el proyecto de arquitectura, el contexto?
TGI: Mis jardines son extremadamente geométricos en su forma abstracta. La forma está en su concepción no en su despliegue. La gente que los ve como naturales probablemente es por una falta de lenguaje para leerlos. Si nos referimos a las plantas, cada planta o comunidad vegetal es indicadora de una condición determinada que está en constante evolución, o sometida a un régimen específico de gestión. Hay que estar entrenado para leerlo. El diseño lo que establece son relaciones: entre suelo, clima, plantas y acciones humanas. Esto es lo que yo pongo en marcha. Yo elijo los actores, los parámetros y los atributos con los que quiero trabajar. Cuando diseño un jardín, diseño relaciones, no formas. Para leer mis proyectos hay que saber el lenguaje.
T.: ¿Qué jardines históricos han influido en tu forma de plantear el trabajo?
TGI: Seguramente el Potager du Roi en Paris, que es un jardín que ha estado en continua evolución desde que fue creado. Tiene muchas inteligencias integradas. También me interesan mucho los Cármenes de Granada.
Le Potager du Roi, Paris. Izquierda, perspectiva de Pierre Avelin (1700).
T.: ¿Qué jardines actuales te han impactado?
Jardín Great Dexter, East Sussex, Inglaterra, Reino Unido.
TGI: Sin lugar a dudas, Great Dixter en Inglaterra y el Park Güell en Barcelona. Great Dixter, por su intensivo mantenimiento que coreografía las comunidades vegetales a lo largo del año, y Park Güell que es una máquina de colectar agua entre otras muchas cosas. Es el mejor proyecto de paisaje del siglo XX, sin duda alguna.
Park Güell, Barcelona. Vista aérea. Fotografía: Amadalvarez. Licencia Creative Commons via Wikipedia .
T.: ¿Podrías señalar de cuáles de tus trabajos te sientes más orgullosa y por qué?
TGI: De los últimos jardines que he realizado en colaboración con Carolina Acevedo. El parque de los Primeros Pasos en Caracas, y el Jardín del Siglo XXI, en Chile. Los dos tienen unas reglas muy estrictas, y un desarrollo absolutamente orgánico y fascinante. Carolina tiene una capacidad única de trabajar con gente e implementar los jardines de forma impecable.
Parque de los Primeros Pasos, Caracas.
T.: ¿Cuáles crees que pueden ser las mejores estrategias para afrontar de manera realista la renaturalización de la ciudad? ¿Planes ambiciosos?¿Pequeñas actuaciones?
TGI: La ciudad se renaturaliza sola. Nosotros únicamente debemos decidir como queremos convivir con los seres vivos que nos visitan y con los que hemos invitado. Si los invitamos a convivir en nuestro ecosistema humano, debemos asegurarnos que puedan desarrollarse entre nosotros de la mejor forma posible. Hay muchas cosas por hacer. Pero, esto es seguro, nuestra relación con ellos tiene que ser reciproca y equidistante.
Jardín San Telmo, Sevilla.
T.: ¿Crees que el género ha influido de alguna manera en tu trayectoria?
TGI: Seguro. No me siento para nada representada por los valores de la sociedad occidental, aunque vivo en ella. Me siento al margen, intentando resucitar algunas inteligencias que han sido borradas por el sistema patriarcal… Y lo hago a través de los jardines, que tienen algo de inocente y naif que no preocupa al sistema. Hay aún espacios de libertad.
Jardín del Siglo XXI Tiltil, Chile.
Tectónica: Primero nos gustaría que nos hablaras de la formación como arquitecta y si hubo en esos años alguna referencia al paisaje y a la naturaleza, en alguna asignatura, un profesor que animara a mirar cómo conectar la arquitectura con el elemento natural…
Lina Bo Bardi, Casa de Vidrio, São Paulo, 1951.
Marina del Mármol: A lo largo de mi formación recuerdo que me impactaron especialmente la conexión de la arquitectura con el paisaje en estas tres obras: la Casa Farnsworth de Mies Van Der Rohe, como ejemplo de desvanecimiento de la arquitectura frente a la importancia del paisaje que la rodea; la Casa de Vidrio de Lina Bo Bardi, por la implantación tan respetuosa en el paisaje, donde se le da un valor especial a cómo se produce el acceso a la vivienda a través de la naturaleza por unos senderos que conducen hasta esa escalera, tan liviana, que te lleva al interior; y las Viviendas para el Patronato de Casas Militares de Fernando Higueras que, aún siendo un edificio de gran densidad, incorpora la naturaleza como un elemento muy importante de la atmósfera que pretende generar en el centro de la ciudad de Madrid, conformando un jardín vertical.
Fernando Higueras, viviendas para el Patronato de Casas Militares, Madrid, 1975. Fundación Fernando Higueras.
T.: ¿En qué momento se inicia tu interés por entender los procesos naturales que se dan en un paisaje o en un jardín?
MM: Desde pequeña es algo que he vivido continuamente: la relación con la naturaleza y el valor extra que nos aporta. Es una sensibilidad que se ha ido nutriendo con la experiencia, aunque no me haya formado concretamente en la materia. No me considero paisajista, pero tampoco puedo desligar la naturaleza de la arquitectura. Creo que ambas se complementan y se potencian mutuamente.
T.: En el momento actual, la renaturalización de la arquitectura y del urbanismo se ha demostrado como necesaria por los beneficios que aporta a la salud, a la lucha contra los efectos del cambio climático, para la descarbonización de las ciudades. ¿Qué proyectos te parecen ejemplares y pioneros en este sentido?
MM: Efectivamente, es necesario renaturalizar nuestras ciudades debido a que se han convertido en auténticas islas de calor, cada vez menos permeables y con temperaturas más elevadas. Deberíamos poner en valor el agua y la naturaleza si queremos ciudades habitables con el cambio climático que estamos experimentando. Destacaría el proyecto de Madrid Río de Burgos & Garrido, Porras & La Casta y Rubio & Álvarez-Sala, en colaboración con West 8, en el que participé recién acabada la Escuela, un gran parque de 6 km de longitud que recuperó el cauce del río Manzanares y renaturalizó ambos márgenes del río, permitiendo la conexión con los pulmones vegetales al norte y sur de Madrid, además de coser la ciudad conectando barrios y ampliando sus espacios de ocio gratuito.
Burgos & Garrido, Porras & La Casta y Rubio & Álvarez-Sala con West 8. Madrid Rio, 2015.
T.: En proyectos tempranos, como el concurso de un barrio residencial en Finlandia en 2008, hablabais de “Habitar el paisaje”, de crear una simbiosis con él. ¿Cuál es el proyecto en el que habéis podido implantar el recurso de la naturaleza de manera más radical?
MM: Qué bueno poder recordar estos primeros proyectos que desarrollamos para concursos en Finlandia. Fueron proyectos en los que trabajamos la importancia de “habitar el paisaje” desde una escala de Diseño Urbano de todo un ámbito. Buscábamos esa simbiosis que mencionas, con la introducción de elementos arquitectónicos en un paisaje existente, creando un nuevo paisaje que potenciase el existente.
Quizás, el proyecto más radical –y debido a ello no se consideró realizable por el jurado obteniendo una mención–, fue el del barrio residencial en Myrskylä donde proponíamos una secuencia de planos inclinados con cubiertas vegetales en una trama de parcelas triangulares que se adaptaban a la topografía existente, generando una simbiosis entre el paisaje artificial y natural.
Proyecto para barrio residencial en Myrskylä, Finlandia, 2008.
Si hablamos de un proyecto construido, podría ser el último que hemos acabado, SFJ6 de 102 viviendas sociales en Madrid para la EMVS. Ha sido una apuesta arriesgada de cómo introducir la naturaleza desde el espacio de aparcamiento bajo rasante a través de unos patios abiertos. La presencia de naturaleza e iluminación natural en estos espacios le aporta una potencialidad que haría posible su transformación de uso cuando el modelo de movilidad cambie. Además, a través de los portales tan permeables de planta baja, desde la calle se percibe un paisaje de copas de árboles y más vegetación integrada en jardineras a ese nivel. Un compañero nos llegó a enviar un audio de cómo se escuchaban pájaros desde los portales. Se han convertido en unos oasis urbanos donde además la vegetación consigue reducir la temperatura unos 3º en verano.
SFJ6, 102 viviendSFJ6, 102 viviendas sociales para la EMVS, Madrid, 2023. MARMOLBRAVO + MADhel. Fotografías: José Hevia.
T.: En vuestros proyectos de viviendas se aprecia que hay un aumento de presencia del componente verde. ¿Hay interés o comprensión de la necesidad de contar con este elemento por parte de las promotoras y clientes?
MM: Depende de la sensibilidad de cada promotor. En general, el promotor privado pone más en valor el paisajismo en las zonas comunes de urbanización, pero siguen viendo la incorporación de la naturaleza en el resto de plantas sobre rasantes como un problema de mantenimiento. Es una actitud muy común en los promotores públicos. Debería ponerse más en valor la presencia del componente verde en la arquitectura y, sobre todo, en proyectos de vivienda colectiva. Quizás la normativa pueda impulsar positivamente a ello. Recientemente, en la Modificación del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, ya se incorpora.
SFJ6, 102 viviendas sociales para la EMVS, Madrid, 2023. MARMOLBRAVO + MADhel. Fotografías: José Hevia.
T.: ¿Cómo evoluciona las obras que habéis finalizado?¿Habéis vuelto a ellas y constatado que los beneficios que imaginasteis se dan?
MM: Si solemos visitar las obras años después de haberlas acabado para ver cómo evolucionan cuando son habitadas. Centramos mucha energía en el diseño de los espacios comunes, casi siempre exteriores, y es muy gratificante ver como los usuarios los empiezan a hacer suyos incorporando elementos del ámbito doméstico, la naturaleza entre ellos.
Además, las zonas ajardinadas se mantienen fácilmente al haber elegido especies vegetales de bajo mantenimiento. De hecho, suelen ser bastante representativas de nuestros proyectos y se toman como ejemplo para otras promociones del mismo ámbito. Tal como sucedió en el proyecto de BASSI de 33 viviendas en El Masnou por la propia demanda de los futuros clientes.
Proyecto BASSI de 33 viviendas en El Masnou, Barcelona, 2022. Fotografía: José Hevia.
T.: ¿Cuáles crees que pueden ser las mejores estrategias para afrontar de manera realista la renaturalización de la ciudad? ¿Planes ambiciosos?¿Pequeñas actuaciones?
MM: Lo primero sería hacer una labor de educación y concienciación, tanto a nivel de ciudadanía como de la clase política, que al fin y al cabo es la que tomará las decisiones sobre cómo intervenir en la ciudad. Para, en paralelo, trazar unas líneas estratégicas muy concretas que permitan reducir la isla de calor de las ciudades actuales interviniendo sobre los factores que influyen en el comportamiento climático del entorno urbano. Por ejemplo, promover la permeabilidad del suelo y la renaturalización de los espacios públicos. Una vez fijados los objetivos y prioridades, su aplicación podría ser a distintas escalas, desde planes urbanísticos hasta pequeñas actuaciones.
T.: ¿Crees que el género ha influido de alguna manera en un interés o sensibilidad especial por introducir otros sentidos en la arquitectura, como el olor, el frescor, o el tacto que puede ofrecer un jardín?
MM: No sé si es tanto un tema de género como de sensibilidades. Pero, sobre todo, en el ámbito de lo doméstico, que es nuestro campo de trabajo principal, siempre me gusta pensar qué sensaciones quiero que experimenten las personas que habitan la arquitectura, y esto va muy ligado con los sentidos y la atmósfera emocional que transmiten los espacios, tanto interiores como exteriores.
Que el breve relato de la intensa actividad profesional de Isabel Aguirre de Urcola, Teresa Galí-Izard y Marina del Mármol sirva para avanzar en una relación de la arquitectura con la naturaleza simbiótica. Ellas continúan su trabajo: Isabel Aguirre de Urcola, desde su estudio en Breixo, concentrando su energía en Ribeira Sacra; Teresa Galí-Izard, proponiendo actuaciones paisajísticas respetuosas, eficientes y de gran belleza con el arquitecto Jordi Nebot en Arquitectura Agronomía; y Marina del Mármol, presionando por incorporar la naturaleza a sus proyecto desde el estudio MarmolBravo, que dirige junto a Mauro Bravo.
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Publicado: Mar 8, 2025