La Residencia de Mayores de Aldeamayor de San Martín (Valladolid) no se puede entender sin su contexto. Ubicada en la zona limítrofe de un criptohumedal salino (Salgüeros de Aldeamayor) la aridez del terreno y la infinita horizontalidad de la explanada agrícola castellana – salpicada por pequeñas masas de pinares – domina el paisaje, condicionando la implantación de cualquier estructura o artefacto. A su vez, nuestros planteamientos estaban sujetados por ideas insistentes: conferir a nuestros mayores entornos amables, que fomentasen el contacto con la naturaleza, el sol, pero también que permitiesen la relación próxima; de esa vecindad de sillas en la puerta de casa que tanto conocemos en el medio rural castellano. No queríamos una residencia, si no la búsqueda de un hogar, por lo que los factores psicológicos tenían que ser esenciales en el planteamiento del proyecto.
A partir de las ideas las formas se sucedieron de forma natural. El interior se organizó a partir de un patio ajardinado que se ramificaba generando una sucesión de pequeños espacios y zonas arboladas. Las estancias debían volcarse en él. Las habitaciones, conforme a esa idea de protección de la individualidad y de fomentar la singularidad de cada uno de nuestros mayores, adquirieron la forma de pequeñas viviendas que a modo de aldea se organizaban en torno al jardín patio. La cubierta inclinada de las mismas favorecía la empatía con la idea de hogar.
La sucesión de habitaciones y su organización respecto a los pasillos de circulación, en consonancia con las ideas expresadas, debía ser enriquecida; no podían ser sólo espacios de circulación si no que también debían ser de estancia. Los deambulatorios se dilataron para delimitar pequeñas plazas a la salida de las habitaciones, fomentado la relación, la charla con el vecino, con el familiar o el personal de la residencia ante la puerta del hogar. En todo el edificio subyace la vieja idea de una ciudad en un edificio.
El planteamiento de la relación exterior-interior en cierta manera está dominado por el concepto de protección; a la manera de un recinto fortificado similar a los existentes en las proximidades. Fuera, el edificio se ha proyectado como un recinto cerrado, que protege de las inclemencias de los inviernos y de los duros veranos mesetarios. A partir de bloques de hormigón blanco - aparejados de manera estriada para fomentar la secuencia de claroscuros y conferir mayor profundidad a la fachada – se han erigido los cerramientos exteriores que en ocasiones se convierten en lamas verticales sin perder el ritmo que bordea perimetralmente todo el edificio. La construcción no se posa sobre el suelo con el fin de sugerir la aparente idea de levedad, pidiendo permiso al terreno para su implantación; una línea de sombra refuerza su no contacto, accediendo al edificio a través de una semipasarela a modo de puente entre el exterior y el pretendido vergel interior.
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Autoría: Óscar Miguel Ares Álvarez
Localización: Valladolid, España
Año: 2014-2016
Fotografías: Jesús J. Ruiz Alonso / Pedro Ivan Ramos Martín
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Publicado: Oct 2, 2016