Raxoi. Salgado e Liñares Arquitectos

El análisis riguroso de los sucesivos planos históricos del ámbito proporciona las claves del proyecto. En la esquina norte de la plaza, un pequeño ámbito circular permanece como testigo mudo de los sucesivos cambios.

La intervención de los años 50 del siglo pasado, la que tiene su origen en el saneamiento del ámbito do Inferniño, cloaca de la ciudad, trastoca la vocación histórica de la Avenida de Raxoi, hasta entonces servidora y principal del Obradoiro catedralicio. El “muro” que apresuradamente se levanta en San Clemente, ciertamente sanea el ámbito, pero a costa de malherir la topografía, pues al introducir semejante barrera se interrumpe el natural flujo por el extramuros del mediodía, el que va desde La Faxeira hasta El Obradoiro, y aún más allá. La nueva escalera de Raxoi, que paticorta y huidiza sustituye a la tradicional rampa, es el apéndice de aquellas obras de saneamiento, y una especie de carta de defunción de la antigua avenida, ahora devenida en trasera o antesala pobre y casi vergonzante de la magnífica plaza.

Así las cosas, en el origen del proyecto está el lienzo este de Raxoi, extrañamente enterrado; y está también el inquietante vestigio circular de ese lienzo, también enterrado y como protegiéndose, con esa forma cerrada del que a duras penas sobrevive a los cambios; y está por último la torpe escalera, casi vergonzante… y está la muralla, que en cualquier momento puede aparecer.

Y con estos datos, el origen del proyecto es simple y claro, y es uno: desenterrar el lienzo este de la Plaza de Raxoi, para recuperar su nivel. Y a partir de ahí todo se sucede, pues una decisión provoca otra y esta otra la de más allá, en un todo hilvanado en el que cada movimiento tiene su origen en el precedente. Y así, el plano de la plaza gira y desciende 80cm, y desentierra el lienzo este, y libera “el vestigio” y descabalga la escalera…