Pedrachán. Salgado e Liñares

Salgado e Liñares Arquitectos, Alfonso Salgado Suárez, Francisco X. Liñares Túñez

La Villa de Noia se localiza en la costa occidental de Galicia, en el vértice de la ría que lleva su nombre. Su población se aproxima a los 15.000 habitantes, de los cuales un tercio se concentran en su casco histórico, recinto intramuros regulado por un Plan especial de protección.

La Pedrachán constituye un ámbito específico en el borde este del núcleo histórico. Con una extensión cercana a los 1700m2, está confinada entre aquel y el río Traba. Los muros de granito que la perfilan hacen inviable el paso de coches. Así pues, su condición es estrictamente peatonal, aunque residencial, y su vocación está en sintonía con el río y con las actividades hidráulicas que sobre él se desarrollan.

Varios son los elementos específicos que la prefiguran: entre ellos, tres molinos de agua –aún en uso-, una fuente y un lavadero. Por tanto, se trata de un espacio social ligado a una larga tradición cultural, con significados plurales, y de evidente riqueza sociológica.

En estas circunstancias, el primer paso del proyecto fue la realización de un Estudio etnográfico, como vehículo de conocimiento de las particularidades más íntimas de la Pedrachán. Bajo la dirección de la antropóloga Ana Filgueiras, y a través del estudio de su riquísima toponimia, de sus usos, costumbres y actividades, en él se consignó la intrahistoria del lugar, o, por así decirlo, su yo más íntimo.

OBJETIVO

El presente trabajo, Acondicionamento xeral e recuperación do entorno dos Muíños da Pedrachán e do seu lavadoiro, es la primera fase de un proyecto general de intervención en la ribera del río Traba, Reintegración Urbana do patrimonio Cultural da Ribeira do Traba, que tendrá por objeto la extensión de esta inicial intervención a los restantes elementos de valor patrimonial presentes en la desembocadura del río Traba: Molinos de la Pedrachán, la propia ribera fluvial, la Fabrica de Curtidos de Couto, el Puente de Traba, etcétera.

En primer lugar, queremos clarificar cuales son las esencias del lugar en el que intervenimos; contemplar sus valores y discriminarlos; comprender cuál es lo decisivo que debe permanecer, aquel hilo conductor que le da sentido. En suma, valorar el pasado para ser fieles al futuro.

María Moliner, en su Diccionario del Uso del Español, establece la siguiente distinción entre Civilización y Cultura:

“En lenguaje corriente suelen usarse indistintamente los términos civilización y cultura, pero se ha intentado diferenciarlos, designando con el primero el progreso científico y material y con el segundo el mejoramiento espiritual, que facilita las relaciones humanas.”

DESCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN

Así las cosas, al proyecto le compete intervenir en todo el ámbito público del sector: en sus instalaciones urbanas, que se sustituyen o se reparan y que en la mayor parte de los casos se ocultan o entierran; en los materiales de acabado, con una presencia casi constante del granito silvestre del país en distintos acabados para pavimentos, escaleras, puentes y pasarelas; en las fachadas de las construcciones y en sus canalones y bajantes, con la limpieza y repintado de las primeras y la substitución casi total de los segundos; en las vallas y muros de separación entre los ámbitos público y privado, que se reparan y/o substituyen; en los elementos singulares del ámbito, lavadero, fuente, puentes y pasarelas, que se redefinen en su totalidad; en los tendales vinculados al lavadero, con nuevas propuestas que mantienen el uso; y en la iluminación, que se reformula en su conjunto.

Fases del Proyecto.

1. Análisis etnográfico dirigido por la antropóloga Ana Filgueiras.
2. Levantamiento topográfico.
3. Valoración arquitectónica del lugar y de las intervenciones precedentes.
4. Valoración de las instalaciones urbanas.
5. Reconocimiento de la flora y la fauna.
6. Desarrollo del proyecto arquitectónico.
7. Proyecto de señalización.
8. Fase de obra.

VALORACIÓN

En Galicia, los actuales procesos recuperadores –principalmente el planeamiento-, por lo general imponen significados nuevos y abstractos que no atienden a las claves concretas del lugar. Se desprecian, por desconocimiento, los significados preexistentes, y las consecuencias son demoledoras: las referencias culturales se borran, y se borran para siempre. De esta manera el territorio deviene territorio civilizado, domesticado, pero que, sin rastro de pasado ni anclaje en el tiempo, desemboca en un territorio despersonalizado y a-culturizado.

“Las intervenciones urbanísticas desafortunadas, y por tanto el factor humano, se manifiestan en este caso como el elemento más pernicioso y activo en el proceso de degradación de un hábitat y de pérdida de su identidad, para adquirir otra nueva enteramente aséptica y ajena a la realidad cultural preservada durante siglos.”

Las huellas que el proceso humanizador ha fijado sobre el territorio a lo largo del tiempo suponen una caligrafía continua y homogénea de capas superpuestas que se entretejen, que han permanecido y que deben contemplarse: para corregirlas, tal vez para difuminarlas; rara vez para eliminarlas. Lo contrario llevará a un estado de inconsciencia colectiva que más pronto que tarde supondrá la instalación en un permanente estado de error, esto es, en una falsificación.

Para nosotros era una inquietud manifiesta el papel del lugar como espacio público de relación; evidente en el papel desarrollado por el lavadero y también presente en la función desempeñada por los molinos. Esto, en parte, ya no era así, y el lugar, por causa de las deficientes intervenciones de los últimos años, vivía de espaldas al casco histórico y por extensión al resto de la villa. Así pues, recuperar tal papel fue una de las prioridades de la intervención y el termómetro del éxito o fracaso del proyecto... Y esto , según parece, se ha conseguido.

La Pedrachán. Acotación al margen.

Una niña almuerza mientras contempla como una nutria se sumerge. Está en la casa de su abuela...

La Pedrachán parece, a primera vista, en una situación incómoda, periférica..., pero es una falsa impresión. Esta condición, literalmente orillada y de espaldas al núcleo, ofrece, si prestamos la debida atención, evidentes ventajas y mínimos inconvenientes. Más allá de estos últimos, se trata de una condición singular que es necesario respetar y aun fortalecer, pues hay en ella una cierta atmósfera que reconforta y sosiega, como de lugar mágico y fuera del tiempo.

Don alejandro de la Sota, gallego, afirmaba: “La arquitectura es la construcción de ambientes”; don Eduardo Souto de Moura, portugués, añade: “La Arquitectura es, antes que nada, adecuación al lugar y a sus condiciones”.

Dos palabras y dos intenciones que son complementarias: ambiente y adecuación. Con todo, la segunda de ellas introduce un matiz que conviene tener presente: en la vieja disyuntiva entre Civilización y Cultura, en la vieja controversia entre el simple progreso material y el más amplio y humano progreso espiritual, en la larga problemática, en fin, entre la maquinaria pesada y las pequeñas herramientas, entre esos dos polos, la Pedrachán se decanta e impone sus propias condiciones: en la Pedrachán hay que “ir con cuidado”.

Así pues, de la mano de estos dos maestros, y con el Estudio etnográfico como hilo conductor de la propuesta, las premisas de partida estaban claras: en primer lugar, el ambiente, que está dado y que no debe violentarse; en segundo, la “adecuación” a sus propias condiciones, por ver de ser franco y humilde, por ver, en definitiva, que después de nuestro paso a la Pedrachán no se le quede “cara de domingo.”

Estas intenciones, estos objetivos, se resumen en tres pautas o reglas de conducta, en tres eslabones de una cadena con principio y fin, con dirección y sentido: primero, “Valorar”, para después “Conservar” y, llegado el caso y allí donde procede, “Reactivar”.

De ser así, de seguir estos pasos y en este orden, evitamos –más un deseo que una certeza- el más evidente riesgo de este tipo de actuaciones: evitamos embalsamar y acartonar, evitamos el botox y la cirugía plástica, evitamos el traje incómodo y mal cortado de un día forzado de fiesta, evitamos, en definitiva, la banal y necia “cara de domingo”.

En la Pedrachán, una niña almuerza mientras observa como una nutria se sumerge. Está en la casa de su abuela... Qué bello lugar.

Alfonso Salgado Suárez, arquitecto.





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Ficha técnica

Autoría: Salgado e Liñares Arquitectos / Alfonso Salgado Suárez / Francisco X. Liñares Túñez

Localización: Noia, Coruña, España

Año: 2009

Fotografías: Javier Ramos / Alfonso Salgado


Editado por:

CQ Tectónica

Publicado: Sep 16, 2013

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