La Hoya, un barranco histórico entre los cerros de la Alcazaba y San Cristóbal en Almería, ha sido recuperado y transformado en el Parque Jardines Mediterráneos de La Hoya.
El proyecto, inaugurado a finales de 2023, destaca por su enfoque blando y de mínima afección, que busca restaurar y reinventar el paisaje atendiendo a su memoria geológica, histórica y cultural. La propuesta se fundamenta en "revelar la historia del paisaje", recuperando y subrayando elementos preexistentes. Sus autores Vincent Morales Garoffolo y Juan Antonio Sánchez Muñoz de KAUH arquitectura y paisajismo, explican la intervención, resultado del primer premio de un concurso internacional convocado en 2009.
Esta intervención paisajística recupera el singular enclave patrimonial de la Hoya para Almería.
Evolución de La Hoya: de izquierda a derecha y de arriba abajo, Formación geológica de los barrancos y las ramblas hasta el mar en el Mioceno; S. X-XII, Madīnat al-Mariyya. Fundación de la ciudad, trazado de las murallas y creación del barrio; S. XIII-XV, Almería. Decrecimiento urbano, abandono y ruralización del enclave; S. XIX, la ciudad moderna. Llegada del canal de agua y asentamiento del cortijo en la ladera de San Cristóbal.
La Hoya es un barranco situado en el borde de la ciudad histórica entre los cerros de la Alcazaba y de San Cristóbal, cruzado por la muralla de Jayrān. En época medieval estuvo ocupado por un barrio que posteriormente se abandonó y que hoy lo hace una gran reserva arqueológica. Al decrecer la ciudad, el espacio se ruralizó dedicándose a la agricultura, de la que permanecieron los aterrazamientos y vestigios de una antigua red hidráulica de riego. Tras también desaparecer esta actividad, entró en un periodo de degradación y acabó convertido en un gran descampado y vertedero, entre el olvido y la expectación. En 2009 se llevó a cabo un concurso internacional para su transformación en parque, resultado del primer premio es la intervención que se ha llevado a cabo y que quedó inaugurada a finales de 2023.
Restauración del paisaje heredado, regeneración medioambiental y reimaginación del espacio se entretejen para definir esta propuesta que redescubre y reinventa este lugar. La acción de revelar la historia de este paisaje y sumarse al palimpsesto de su evolución ha sido el principal argumento de proyecto.
Fotografía: Fernando Alda.
El proyecto ya estaba en el lugar; en las laderas que lo abrazan, la muralla que dibuja su forma cóncava, las fortalezas que lo guardan, el dique que lo contiene, el valle que lo agranda, las terrazas agrícolas que lo geometrizan, la red de agua que lo irriga, la arqueología invisible del subsuelo, los escarpes y afloramientos de roca, la tonalidad de su tierra, su vegetación resiliente, su fauna silvestre, su atmósfera árida, su cielo amplio y azul. Nuestra labor ha sido la de atender a todas las huellas que hemos encontrado y subrayarlas e interpretarlas con una intervención blanda, de mínima afección e hiper-específica.
Las acciones necesarias se deciden al indagar en la memoria del paisaje para comprender y mantener su configuración, explorar sus más diversas escalas, entender su singular forma, identificar sus múltiples unidades ambientales, preservar y potenciar su valioso ecosistema, moldear su expresiva materialidad y atmósfera, y buscar las técnicas constructivas y materiales que lo posibiliten. Todo ello en un marco de reflexión sobre qué es y cómo es hoy un parque en el contexto de crisis medioambiental global, en un enclave patrimonial cómo este y con una climatología semi-árida como la de Almería. Y con el deseo de convertir la Hoya en un espacio compartido entre agentes, un hábitat cuyo programa sea el del respeto y disfrute per sé de tan único lugar.
El parque de La Hoya queda delimitado por el Cerro de la Alcazaba a suroeste, el Cerro de San Cristóbal a nordeste, la Muralla de Jayrán al noroeste y el Dique de la calle Luna al sureste. Al parque se accede por esta calle subiendo desde la ciudad, tanto por el lado de San Cristóbal como por el lado de la Alcazaba.
Imagen de situación del parque. Ver pdf
La coronación del antiguo dique, que se eleva sobre la cota urbana, se tatúa con una combinación de materiales pétreos y terrizos para convertirse en el balcón sobre el que asomarse al espacio, contemplar tanto el alzado de la muralla de Jayrān como los cerros tierra adentro, tener una vista panorámica del parque, además de enfocar a las colinas de la Alcazaba y San Cristóbal. El balcón une topográficamente las bases de ambas laderas y dos de los elementos estructurantes principales del lugar. Por un lado, se une al paseo de las Gacelas, camino preexistente y mantenido, que recorre la base de la ladera norte (Alcazaba) y llega hasta la puerta abierta en la muralla para dar acceso al Parque de Rescate de Fauna Sahariana. Y por otro, se conecta con el paseo de las Paratas, la terraza intermedia de la secuencia de bancales realizados con muros de piedra seca que se desarrollan a los pies de la ladera de San Cristóbal.
Muros de piedra seca. Ver pdf.
Este aterrazamiento preexistente se ha mantenido íntegramente, conservando sus niveles topográficos y restaurando sus muros con aportes de material pétreo local. Adosados a los muros se han implementado escaleras y rampas, también con una lógica masiva, pétrea y muraria, para definir y facilitar recorridos y accesos. Acompañando a estos recorridos, se ha recuperado el sistema de canales y partidores de agua que procuraba la irrigación de los distintos cultivos que se dieron en las terrazas. Para ello se han vuelto a poner en uso las antiguas albercas de riego, la Alta que es el primer reservorio e inicio del sistema, y la Baja, que funciona como segundo depósito para la instalación de riego actual. El proyecto incorpora pilas y piletas intermedias que pautan el flujo además de diversos sistemas de caída de agua que contribuyen a enriquecer el paisaje ambiental y sonoro del sitio.
Elementos de agua. Ver pdf.
Recorridos lineales de ida y vuelta y pequeños espacios para el reposo, el encuentro y la estancia se trazan en las paratas, acompañados por alineaciones de diversas especies de árboles que procuran sombra y frescor encarnando un momento de los muchos de la memoria agrícola del sitio. Las paratas acomodan toda una serie de acontecimientos y permiten el descubrimiento de vistas inéditas sobre el propio parque, de la Alcazaba y de la muralla e incluso en los puntos más elevados y por encima de las cubiertas de la ciudad, del mar Mediterráneo. También permiten el acercamiento a la Muralla intersectando con el camino que recorre su base. La terraza ubicada a nivel de la edificación del antiguo cortijo se dedica al cultivo cíclico de verduras y flor ornamental, en otro nivel hay una exposición de cítricos, mientras que el paseo que engarza con el balcón adquiere una organicidad formal que recuerda a los periodos en los que la vegetación espontánea se apoderó del espacio y desdibujó el orden lineal impuesto por las terrazas.
Fotografía: Ana Amado.
Esta estrategia orgánica es la que lleva a la conservación y regeneración de los taludes que caen desde los pies de las laderas y el balcón, delineando el valle. O a mantener los caminos que los atraviesan, líneas de deseo consolidados durante el transcurso de los años.
La base de La Hoya, ámbito por el que, originalmente, discurría el antiguo cauce de la rambla y donde se debe atender a la máxima protección de los potenciales bienes arqueológicos del subsuelo, se despliega una gran llanura continua con recorridos multidireccionales conformada por roales de vegetación que son tanto una abstracción de las formas que deja el agua en su discurrir esporádico y de la consecuente agrupación de las plantas en climas áridos, como elementos infraestructurales de gestión de las aguas de riego del parque y de drenaje de las puntuales—y a veces torrenciales—lluvias propias de esta climatología.
Fotografía: Ana Amado.
En centro del valle de La Hoya, entre los roales, aparece la explanada. A modo de sulcus primigenius (del latín “surco inicial” referido a la roturación que delimitaba los asentamientos en los rituales de fundación de ciudades romanos), un anillo de 1 metro de ancho de grandes piezas de piedra, cuyo tono se difumina con el terrizo, delinea esta área vacía abierta a la espontaneidad y a actividades colectivas organizadas. En el espacio acotado se puede inscribir un círculo de 30 metros. Cuando visitamos La Hoya en 2009 durante el concurso, en ese mismo entorno entonces abandonado ya existía un claro en el que dos niñas jugaban mientras su padre observaba sentado sobre una piedra. Una escena cotidiana a la que el proyecto quería aspirar, y un lugar, la explanada, que debía conservarse y donde esta manera informal de vivir el espacio pudiera ocurrir.
Fotografía: Fernando Alda.
Para intervenir en La Hoya, se hacía necesario comprender la evolución geológica e histórica asociada a su ubicación en el borde urbano y en contigüidad tanto con imponentes monumentos como con el árido territorio circundante de la ciudad de Almería. Una evolución y una localización que le confieren cualidades de Paisaje Histórico Urbano, una “zona urbana resultante de una estratificación histórica de valores y atributos culturales y naturales” según define la UNESCO.
La idea planteada en el concurso de crear un parque público en La Hoya resultaba coherente con la conservación del sitio y con la idea de poder destacar tanto sus diversos valores propios como los de los monumentos que la rodean. La caracterización de este paisaje como parte de la metodología de diseño no solo nos ayudó a comprender el paisaje, sino que además informó la asignación de los valores inherentes al lugar y la toma de decisiones encaminadas a la gestión de los cambios que implican cualquier actuación.
Entre otros trabajos, estudiamos documentación histórica escrita y gráfica (planimetrías urbanas e imágenes de archivo), recurrimos a investigaciones previas hechas por otros especialistas, consultamos la hemeroteca y las redes sociales y dibujamos la evolución del territorio, así como fue necesario reunir todas las condiciones que afectan al lugar (biogeográficas, climatológicas, normativas…). Todo ello para tener datos objetivos y fehacientes básicos sobre el lugar, aproximarnos de manera holística a todo el entorno geográfico, determinar las unidades de paisaje que conforman el espacio, integrar las consideraciones socio-culturales con las naturales para así comprender como el lugar era experimentado, percibido y valorado por las personas, y finalmente reconocer las características clave que dotaban al lugar de identidad y de un carácter tan singular.
De esta forma procuraríamos que la transformación que conllevaría la actuación se integrara con el lugar y el contexto naturalmente, pasando a ser otra capa de su historia.
En este marco, aportábamos una capa propia de nuestro tiempo, la del compromiso medioambiental.
Planta del parque. Ver pdf
El agua, su presencia y ausencia, ha dado forma a La Hoya. Los procesos geológicos que moldearon la sierra de Gádor tallaron el barranco del Caballar y el de La Hoya, dejando en medio de la llanura aluvial, en su desembocadura hacia el mar, una colina donde se fundó la Al-Qaṣba para proteger la nueva ciudad califal: Madīnat al-Mariyya.
Fotografía: Ana Amado.
En época de la Taifa de Almería, se erigió la Muralla de Jayrān entre la colina de la Alcazaba y el entonces llamado monte de Layham o de la al-Mudayna y se drenó la rambla de este barranco. Aquí se estableció el barrio de Bāb Mūsà que permaneció habitado más de cien años.
La Muralla de Jayrān es nombrada así por el primer soberano taifa de Almería, quien se considera su promotor en el siglo XI. Es de tapial con torres cuadradas y es sin duda el elemento protagonista del espacio, no sólo por su presencia, sino porque dibuja la forma del barranco. La puerta que hoy vemos fue abierta en las obras dirigidas por el arquitecto Francisco Pietro-Moreno en la década de 1950, aunque se piensa que debió existir un paso en época medieval conocido como Bāb Mūsà. Hasta aquí llega uno de los paseos principales del parque. Junto a la puerta existen unos bloques de tapial que posiblemente provengan de las obras de apertura de la puerta en la muralla o de desprendimientos anteriores. De hecho, a los pies de la muralla, en el centro, existe otro bloque de tapial proveniente de los desprendimientos del vano central de la muralla producido tras una riada en la década de 1950. Todos han sido integrados in situ en las zonas de plantación.
A los pies de la Alcazaba, se hallan unas pequeñas canteras en las que se reconocen excavaciones en la roca y marcas de corte para la extracción de bloques y sillares, probablemente para su uso en obras en la propia fortaleza o en edificios históricos del centro de Almería. Estos espacios han sido mantenido y señalizados.
Al decaer la ciudad de Almería, aún durante el periodo andalusí, el enclave se abandonó y, como un gran solar intramuros, se ruralizó. En siglos posteriores, correspondiéndose con la Almería cristiana, fue nombrado como “oya”, “hoya” o “joya” (referido a la formación geográfica), y se dedicó a tierras de cultivo y actividades ganaderas.
Los potenciales restos soterrados del barrio medieval abandonado, protegidos durante siglos por la agricultura, forman una reserva arqueológica de gran extensión que abarca prácticamente a la totalidad del valle. En el proyecto y durante la obra, se ha atendido al principio de no afección y preservación de los bienes arqueológicos. Entre otras medidas, la potencial existencia de bienes, conocidos por un georradar, ha motivado la ubicación de los árboles y se ha trabajado realizando rellenos en el valle, para no tener que realizar ningún tipo de excavación que pudiera alterar el subsuelo.
Sección. Protección de restos arqueológicos. Ver pdf.
La actividad agrícola almeriense vivió una época de esplendor a finales del siglo XIX que dejó nuevas huellas en la Hoya. La llegada del canal de San Indalecio, una gran infraestructura hidráulica de riego de unos 19 km construida a finales del siglo XIX y que discurría desde el río Andarax (Benahadux) hasta “la Hoya tras la Alcazaba, volvió a transformar el espacio. Entonces, a los pies de la ladera de San Cristóbal, se asentó un cortijo, se crearon paratas con sus balates de piedra y se trazó una red de albercas y canales que irrigaba las terrazas y el valle. Se cultivaron frutales, uva de embarque, hortalizas y pencas.
Secciones transversales por alberca baja (arriba) y alberca alta (abajo). Ver pdf.
De la llegada del canal a La Hoya permanece el testigo de la Alberca o balsa Alta, una estructura de mampostería que se ha restaurado para almacenar alrededor de 150 m³ de agua. Era el inicio de la red de riego por gravedad del antiguo cortijo, y ahora lo es del parque. El sistema hidráulico se basa en la red de canales que distribuye el agua de riego a lo largo de los pies de los muros de las terrazas, cuyas plantaciones se regaban a manta.
Fotografía: Fernando Alda.
En la obra se ha restituido esta red a partir de su antiguo trazado, restaurándose el gran partidor central y completándose el sistema con nuevos partidores, caídas, piletas, pilas y alberquillas. Se ha mantenido la posibilidad de riego tradicional por inundación, o riego a manta, de algunas zonas puntuales de plantación. La red acaba en la Alberca o Balsa Baja — el punto más bajo de la red hidráulica del cortijo— cuya estructura se ha reforzado y desde la cual parte el sistema de riego por goteo actual de todo el parque.
Fotografía: Fernando Alda.
Fotografía: Fernando Alda.
En Almería, se conoce como “parata” a la terraza para el cultivo, y “balate” al muro que la contiene. La construcción tradicional de piedra seca de estos muros es una técnica declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Se ha mantenido la configuración y estructura de los aterrazamientos realizando un trabajo de restauración y estabilización de los muros.
En algunos muros se aprecia el sistema de subida tradicional usado para salvar los niveles en los balates, piedras en voladizo de mayor longitud dispuestas perpendicularmente a la traba del muro. También reutilizados en la mampostería del muro se encuentra algún bolaño, proyectil esférico de piedra posiblemente de los asedios medievales a la Alcazaba. Los bolaños que se han encontrado dispersos por el lugar se han agrupado en un punto junto la puerta en la Muralla de Jayrān.
Fotografía: Fernando Alda.
Una acción similar se ha tomado con la multitud de pequeños dados de hormigón que se fueron hallando dispersos durante el proceso de limpieza de la obra. Estas piezas toscas tronco piramidales se usaban como pie de apoyo de los palos de los emparrados de las plantaciones de uva, unas estructuras en cuadrícula de 2x2 metros con alambradas que evolucionaron en el invernadero almeriense. Se han reordenado y agrupado en una de las paratas.
Durante las obras se retiraron los escombros de lo que fue la antigua edificación del cortijo, una vivienda de tres plantas abandonada y demolida a finales del siglo XX ubicada en uno de las paratas intermedias. En ese proceso de limpieza, apareció un resto de muro de tapial fechado en época medieval, mostrando la existencia de estructuras de edificios medievales en el enclave pertenecientes al barrio medieval andalusí, a veces reutilizados como cimientos, ya fueran para este edificio o para los aterrazamientos agrícolas realizados siglos después.
Cercano al antiguo cortijo existe un brocal de un pozo o aljibe integrado en la roca de la ladera de San Cristóbal, cuyo entorno se ha recuperado en el proyecto. Este elemento probablemente fuera parte de un sistema de captación de agua pluvial de escorrentía antes de que llegaran al lugar las aguas del Canal de San Indalecio.
También se han mantenido las inscripciones realizadas por alguien desconocido, cuyas iniciales eran J.C.G., que debió reparar el sistema de canales en 1971.
A lo largo del siglo XX, la Alcazaba y sus Murallas pasaron a ser sitio patrimonial. A mediados de ese siglo, durante las obras de rehabilitación de la muralla, se abrió la puerta y se trazó el camino que, entonces, continuaba hasta el recinto monumental rodeando la colina. El conjunto, con más de mil años de historia, fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931, hoy Bien de Interés Cultural y La Hoya es parte del entorno del conjunto patrimonial de la Alcazaba y murallas del Cerro de San Cristóbal.
Al otro lado de la muralla, se estableció en otro antiguo cortijo la Finca Experimental del Instituto de Aclimatación, que con la acogida de gacelas se transformó en el Parque de Rescate de Fauna Sahariana, aún en funcionamiento y cuyo acceso es restringido.
A finales del siglo la explotación agrícola desapareció a este lado de la muralla. Las terrazas de cultivo se abandonaron y la edificación del cortijo acabó demolida. Las pencas, que luego desaparecerían por una plaga, se mezclaron con especies vegetales características del lugar, como el arto, y se apoderaron del espacio, dando cobijo a animales, algunos protegidos, como el camaleón.
Este lugar se convirtió en una trasera olvidada de la ciudad con actividades irregulares y en zona de vertedero y aparcamiento descontrolado, un espacio vacante abandonado que puntualmente fue usado para rodajes de películas.
En el nuevo milenio, se convocó un concurso para diseñar un parque que recuperara el lugar para la ciudadanía y pusiera en valor el enclave. Se apostaba por la idea de un espacio verde como realce y garante de la conservación del entorno patrimonial. Fruto de la propuesta ganadora, se ha llevado a cabo la intervención del Parque Jardines Mediterráneos de la Hoya.
La materialización del proyecto se basa en las características formales de la Hoya y las propiedades de su ecosistema antropizado, buscando relaciones entre lo mineral y lo vegetal que acomoden a todos los agentes, humanos y no-humanos, en un espacio público como lo es un parque.
Planta de la intervención. Ver pdf.
En la esfera de lo mineral, se produce un equilibrio entre lo natural—el color la roca de las laderas— y lo artificial —los matices del tapial de la muralla y de los mampuestos toscos de balates. En el campo de lo vegetal, los arbustos que montean las laderas se caracterizan por sus gamas apagadas y pajizas, adquiriendo grandes superficies de La Hoya un verde vivo salpicado de blancos, amarillos, morados y violetas durante periodos estacionales, con especial impacto en la primavera. La intervención viene subrayar esta atmósfera y a complementarla. Tanto de día como de noche.
El paisaje de la noche también se diseña. El alumbrado —tenue, bajo y dirigido a los recorridos— se adapta al contexto monumental sin alterar las vistas de día y de noche y protegiendo el cielo nocturno. Hace de transición entre lo urbano y la oscuridad del territorio circundante, minimizando el impacto en los ciclos de plantas y animales, y creando una atmósfera tenue nocturna para disfrutar del entorno patrimonial.
El clima de Almería se caracteriza por su aridez generalizada, con largos periodos de sequía y elevado soleamiento. El parque se adapta a esta condición climática además de con la gestión del agua con la selección de su vegetación. Su paleta vegetal reúne árboles de la tradición agrícola, arbustos e hierbas mayormente autóctonas junto con otras del espectro mediterráneo semi-árido y una cuidada selección de cosmopolitas.
Fotografía: Fernando Alda.
Las herbáceas se han dispuesto formando agrupaciones de distinto tipo y en combinación con los arbustos. Alineaciones de aromáticas coronan los muros de piedra junto a los paseos, formando setos bajos heterogéneos. En el paseo de las Paratas se generan secuencias de arriates mixtos de plantas autóctonas y cosmopolitas que enriquecen la experiencia de este recorrido vertebrador. Los roales del valle se conciben como grandes agrupaciones de plantas autóctonas de porte medio y bajo; desde los puntos elevados del parque y su entorno sus perímetros y composiciones son definidas, pero una vez dentro del valle, las plantaciones desdibujan estas geometrías, abriendo perspectivas y cerrando el espacio a la vez, pero siempre acentuando el carácter interior y recogido del valle.
Fotografía: Fernando Alda.
La especie característica del lugar es el arto (Maytenus senegalensis), una planta endémica protegida medioambientalmente. En el proyecto se mantenido todos los ejemplares que existían y se han plantado otros nuevos, junto a grupos de arbustos autóctonos para reforzar la presencia de especies con las que suele convivir. Las laderas escarpadas son ejemplo de esto, estas zonas, en la intervención, se ha optado por dejarlos como espacios no accesibles y de reserva de fauna y flora.
Para dotar al parque de zonas de sombra se han incorporado árboles atendiendo a la orientación y uso del espacio, a la caracterización del paisaje histórico y a la protección de los restos arqueológicos del subsuelo. En las paratas, a suroeste, se han plantado en alineación árboles del amor (Cercis siliquastrum) elegido por su estacionalidad y por sus valores formales y culturales en la tradición jardinera. En terrazas concretas, estas alineaciones se acompañan de una colección de árboles frutales como granados, membrillos, azufaifos, higueras, cítricos, almendros y moreras, plantados en agrupaciones ordenadas o de forma individual, todas especies que redundan en la memoria agrícola del enclave. En el entorno del antiguo cortijo se han incorporado especies más jardinísticas que una vez existieron asociadas al edificio, como los falsos pimenteros y las palmeras datileras, especies que tradicionalmente se han plantado en la cercanía de las casas de labor almerienses.
Fotografía: Fernando Alda.
Moreras de sombra también puntúan el balcón, el valle y algunas paratas. Su ubicación en el valle viene determinada por la presencia de restos arqueológicos. El plano generado por el georadar indica las zonas donde se hallan potencialmente estos restos y su profundidad. Estas áreas son las mayoritarias y las profundidades escasas, de ahí que en el valle se haya procedido a realizar un relleno para ejecutar los caminos, en el que trazar las instalaciones y donde poder plantar los roales con herbáceas cuyas raíces no afectarán a estos bienes.
Plano arqueológico. Ver pdf.
Las moreras se ubican en las zonas en blanco del georadar, por lo que cuando maduren y crezcan serán grandes ejemplares aislados que procurarán amplios espacios de sombra y lugares de reunión. Coincidiendo con estos ejemplares se han ubicado bancos, relacionando estos a su vez con perspectivas a elementos de interés.
A los pies de los árboles en las paratas se han plantado alternativamente y mediante semillado mezclas de especies silvestres de pradera mediterránea y mezclas de especies especialmente indicadas como atractoras de insectos polinizadores. Estas praderas protegen el suelo y contribuyen a la biodiversidad animal. De la misma manera se ha procedido a semillar los taludes, donde además se han incorporado multitud de arbustos que conformaran transiciones formales entre las laderas inalteradas, el valle y las paratas.
A la flora acompaña la fauna. En La Hoya convive un buen número de animales, entre otros el camaleón, especie protegida, que ahora encuentra mayor refugio y alimento entre las praderas, herbáceas, arbustos, las mamposterías de piedra y pedregales. A veces se dejan ver cabras montesas que llegan desde la Sierra de Gádor por las estribaciones del barranco del Caballar, al que el barranco de La Hoya se une aguas arriba. Destaca la diversidad de aves silvestres que pueblan el parque atraídas por la vegetación y los insectos polinizadores que tras la intervención han multiplicado su presencia. Las zonas de laderas y taludes se han planteado como lugares de reserva de flora y fauna.
Fotografía: Ana Amado.
En la Sierra de Gádor y a escasos kilómetros de La Hoya se encuentran las canteras de las que ha procedido toda la piedra usada para la restauración de los balates. El material se encontraba acopiado como sobrante en una cantera que la empresa ya no explotaba y cuya tonalidad coincidía con la coloración original de las piedras de los muros existentes. La mayor parte de estos muros estaban en un estado ruinoso, eran inestables y presentaban importantes pérdidas de material. En el proyecto se optó por amortizarlos y reforzarlos con fábricas nuevas de piedra seca con un mínimo de mortero bastardo para dotarlos de estabilidad de acuerdo al nuevo uso público. Se han mantenido algunos tramos completos de aquellos muros originales en mejor estado de conservación. El uso de esta técnica constructiva en el proyecto ha sido un reto a la hora de su labra, para lo que se ha contado con cuadrilla especializada que aún atesora el conocimiento y técnica de este arte de construir.
Muros de piedra seca: de izquierda a derecha, restaurado, reforzado y nuevo. Leyenda: tn: terreno natural (roca y otros); r: relleno histórico (tierra vegetal y materiales cerámicos); pt: pavimento terrizo estabilizado; tv: tierra vegetal; ME: muro existente de piedra seca; MN: muro nuevo de piedra seca; c: canal de agua (2 piezas piedra 10x20cm y 1m longitud, baldosa piedra 5 cms fondo) b: borde separación (chapa acero flexible cogida con mortero pobre). Ver pdf.
De la Sierra de Las Estancias, también en Almería, procede el material pétreo usado para los pavimentos de piedra de las rampas y escaleras y su entorno inmediato. La pieza irregular de adoquín ha sido manufacturada en su mayoría con recortes de otras piezas de piedra de mayor dimensión, como los enlosados de las rampas y los bloques enterizos usados para las escaleras. Este mismo material ha sido el usado para la fabricación de las piezas que componen el sistema de canales que conecta las dos albercas, sus pilas, piletas y alberquillas además de las gárgolas que hacen saltos de agua entre los distintos niveles de los bancales. Los elementos pétreos son masivos y se colocan en su mayoría por gravedad, reforzando la autenticidad de las técnicas constructivas usadas y posibilitando la reversebilidad de la intervención y sus posibles reutilizaciones como material, así como minimizando el uso de hormigón en las bases constructivas.
Planta de iluminación. Ver pdf.
Fotografía: Fernando Alda.
Los elementos de mobiliario urbano, bancos y balizas de iluminación, se han personalizado tomando como referencia la arena del lugar. La misma referencia ha sido usada para la mayoría de la superficie transitable del parque ejecutada con un pavimento terrizo estabilizado. Sus características naturales, propiedades drenantes y cromáticas se adecuan al lugar. El estabilizante es cal y otros minerales, garantizando así la permeabilidad de las superficies (cualidad de esponja) y la transpirabilidad del suelo. El árido usado procede del entorno de las conocidas como “cuevas de Conan”, situadas en la misma ciudad de Almería, de donde se había extraído hace años durante una obra de urbanización. Precisamente, además de las películas antes mencionadas, algunas escenas de Conan el Bárbaro (1982) se rodaron en la Hoya.
Red de drenaje. Ver pdf.
El parque cuenta con una red de drenaje que recoge y redirige todas las aguas para que acaben siendo absorbidas por el propio terreno, formando parte del ciclo natural del agua y redundando en la gestión sostenible del agua.
El reto del proceso constructivo de la obra fue poner en marcha “una construcción blanda”, en la que predominaran las soluciones naturales y siempre con la noción de que todo debía ser acorde con el lugar, tanto patrimonial como ambientalmente.
Video: Daniel Natoli / Peripheria.films
Estas conexiones materiales e inmateriales han construido la Hoya, al igual que lo han hecho los procesos naturales que le dieron forma, la historia antrópica que le ha conferido su singular carácter y los actuales habitantes humanos y no humanos que le dan vida. El parque imaginado y materializado, los Jardines Mediterráneos de la Hoya, conforma así un paisaje que reúne un entorno monumental, una reserva arqueológica, un santuario de flora y fauna en el centro de la ciudad, una celebración del clima mediterráneo semi-árido y un reflejo de la cultura del agua de Almería. El proyecto contemporáneo ha pretendido reunir todas estas capas, haciéndolas reconocibles, y añadiendo nuevas experiencias para el disfrute del lugar. Todo junto es una invitación a vivir y valorar el enclave, y a sentirse inspirado, con el objetivo de descubrir el espacio. Será la vida del parque la que paulatinamente recupere y cree un vínculo emocional capaz de respetar los valores de este singular paisaje.
Video: Daniel Natoli / Peripheria.films.
El Parque Jardines Mediterráneos de La Hoya es uno de los proyectos expuestos en el Pabellón de España ‘Internalities’ en la 19ª Bienal Arquitectura de Venecia comisariado Roi Salgueiro y Manuel Bouzas. El proyecto debía acompañarse para la miestra con dos maquetas que representaran el equilibrio territorial del proyecto en la Hoya e ilustraran la idea de "internalidad" que acuña el pabellón.
Este nuevo concepto “internalidad” pretende mostrar como los arquitectos podemos y debemos articular robustos ecosistemas de producción territorial, capaces de equilibrar las relaciones entre las ecologías y las economías.
Como bien dicen los comisarios “cada vez que construimos un espacio, deconstruimos otro en algún lugar” y refieren al “vínculo material” que existe entre nuestro trabajo y los territorios donde estos se ubican para indicar que “es responsabilidad de los arquitectos propiciar que ese vínculo sea positivo.”
En el caso del Parque de La Hoya, este proceso de internalización y el vínculo positivo con su territorio, Almería, se pone en práctica, entre otras maneras, con la incorporación, puesta en obra y uso de los materiales pétreos al proyecto de restauración, regeneración y reimaginación de este paisaje histórico urbano.
Las dos maquetas, ambas realizadas con la misma piedra usada en el proyecto, travertino almeriense, y de la misma cantera de procedencia, La Jara, y con la ayuda e involucración de manos artesanas del mismo territorio, forman el equilibrio que se presenta en el dispositivo expositivo en forma de balanza en la sala central Balance del Pabellón de España.
A un lado, una piedra tallada, maqueta a escala 1:500, representa el territorio. Al otro lado, los elementos manipulados de la piedra vueltos a ensamblar, maqueta de detalle constructivo a escala 1:20, representa el parque.
El territorio internalizado en La Hoya es la provincia de Almería, tierra de piedra natural. La maqueta ilustra la estrecha relación que la arquitectura y el paisaje han mantenido con la piedra desde tiempo inmemorial en este rincón de Andalucía y los saberes que rigen su extracción, elaboración y puesta en obra.
En la Hoya, en respuesta a las distintas escalas de la intervención, se han empleado diversos materiales pétreos: piezas mecanizadas, mampuestos y áridos.
En concreto, la maqueta representa uno de los lugares de procedencia de la piedra usada en el proyecto, la cantera de La Jara en Huércal-Overa, asociada al centro de producción de Macael. De esta cantera procede el “travertino” almeriense empleado en la maqueta y en la obra.
Con esta misma piedra procedente de esta misma cantera se elaboraron los elementos de la red de agua: canales, pilas, piletas y gárgolas, además de las losas en rampas y escaleras; y, con una perspectiva de aprovechamiento material, ya que todos los restos y recortes de todas estas piezas se usaron para el pequeño adoquinado. Para todo ello se trabajó mano a mano con la industria local, la empresa Luimasa.
La maqueta, a escala 1:500, ha sido tallada por un artesano local en base al conocimiento del sitio, la propia experiencia de conocer tanto el material como las canteras y su funcionamiento y con el apoyo de fotografías aéreas de este remoto lugar del norte de la provincia. Todo con la mediación y apoyo de la empresa local Grabados en mármol y su personal Luis y Jesús.
Territorio, maqueta y obra, y las manos que lo hacen posible, forman parte de una misma historia.
Otros materiales pétreos usados han sido los mampuestos para la restauración de los muros de piedra seca. Este material es reutilizado, procede de acopios de antiguas extracciones en canteras de Huéchar, Alhama de Almería, evitando así técnicas extractivas. Los áridos utilizados para el pavimento terrizo también estaban acopiados, estos en la capital almeriense, procedentes de las excavaciones de la urbanización y construcción del IKEA, justo en las canteras donde se rodó la película Conan. Las gravas proceden de materiales reciclados.
La segunda maqueta de la Hoya es un fragmento del parque a escala 1:20. En concreto, es una porción de las paratas y balates (denominación almeriense para las terrazas y los muros), que permanecían como restos del antiguo cortijo a los pies de la ladera del cerro de San Cristóbal, y que en el parque se han recuperado para el paseo y la estancia.
La maqueta muestra en detalle y fielmente el uso de los materiales pétreos y las técnicas constructivas del proyecto: la mampostería de piedra seca, los elementos de la red de agua y los pavimentos —adoquinado y terrizo.
En sección, el muro desvela el refuerzo de las antiguas mamposterías y el uso de soluciones por gravedad, todo-piedra, para la cimentación, optando por la masividad como recurso constructivo, de mayor fidelidad al sistema tradicional y minimizando el uso de hormigón.
Las piezas del sistema de riego replican los elementos principales: canales de agua en forma de U, la gárgola como extensión del canal y la pila, en este caso representando un modelo con salida de agua lateral.
El pavimento adoquinado, como en la obra, está realizado con recortes de piedra como técnica de aprovechamiento material. Y el terrizo se ejecuta sin bases de hormigón, con un conglomerado de árido natural, cal y otros aditivos minerales, permitiendo la transpirabilidad y el drenaje natural de las aguas.
Se incluye también una zona de jardín, representando especies similares a las usadas en el parque, una paleta vegetal característica del clima mediterráneo semiárido de Almería.
La maqueta ha sido realizada con piedra, travertino almeriense, el mismo material usado en la maqueta de la cantera y en los elementos de la red de agua del parque. En su elaboración hemos contado con la empresa local Grabados en Mármol, suministrando el material y ejecutando las pequeñas piezas, y para todo el ensamblaje y la parte artística con el talento de Miguel Ángel Moreno Carretero.
Moreno Carretero es un artista muy ligado al paisaje y la arquitectura. Su medio de expresión ha sido, en más de una ocasión, la maqueta. Virtuosamente, ha replicado la manera en la que el parque fue construido, especialmente en las mamposterías de piedra. Una miniatura del trabajo realizado por la cuadrilla de Hammid el Mafouidi, los maestros de origen magrebí que levantaron los muros restaurados de La Hoya.
Autoría: KAUH arquitectura y paisajismo. Vincent Morales Garoffolo & Juan Antonio Sánchez Muñoz
Localización: Almería
Año: 2023
Colaboradores: Jefe de obra: Álvaro García Gascón; Encargados de obra: Maximiliano Martínez, José M. Rodríguez; Cuadrilla piedra seca: Hammid el Mafouidi; Colocación de pilas, canales y pavimentos de piedra: Francisco Jiménez, José Manuel Muñoz; Jardineros: Abraham Niño, Juan Miguel Navarro, Nicolás Terrero, Félix López (Jarquil Verde)
Fotografías: Fernando Alda / Ana Amado
Empresa constructora: UTE Jarquil - Grupo COPSA
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Publicado: Jul 7, 2025