Hutznhaisl. AFF Architekten

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Desde principios del siglo XX, la ciudad ha sido considerada un laboratorio de modernidad. Desde aquí, cortadoras de pan, cafeteras, microondas, hornos convectivos 3D, cocinas de inducción, camas de agua, cepillos eléctricos, entretenimiento en pantallas TFT y muchas otras ayudas técnicas que se han abierto camino a nuestras casas. Utilizando sistemas de calefacción, condensación y estufas eléctricas hemos encontrado la temperatura ideal de cualquier lugar. El piso común está desapareciendo de nuestro lenguaje. En lugar de ello, vivimos en apartamentos, lofts, áticos y viviendas unifamiliares. Una idea de lujo es nuestra libertad para dar forma a los interiores para que encajen con nuestros egos, cubrir nuestros extraños deseos, tanto si tienen que ver con islas tropicales en Europa central o esquiar en el desierto. Utilizamos nuestras “cabañas” para almacenar un número creciente de objetos, algunos útiles, y otros como recuerdos o por su diseño, el hombre moderno es un coleccionista crónico. Necesitamos más espacio, como prueba la demanda de población decreciente en Alemania. Esto no es un valor para juzgar, pero pone de relieve la cuestión de los elementos primarios y su valor. En el pasado, hacíamos fuego para evitar congelarnos. Si queríamos cocinar algo, encendíamos fuego. Las cerillas o las antorchas traían la luz a la oscuridad. Todo era más elemental. Ahora nos movemos más y más de estos elementos, especialmente en las ciudades. El agua viene de los supermercados embotellada, o fluye de la pared. El fuego se ha muerto, sus últimos guardianes eran los fumadores, el resto de orígenes ya han sido electrificados. Mientras, aún sabemos que la luz viene del sol, aunque la oscuridad haya sido erradicada. Como nuestras calefacciones, controlados el nivel de luz con ayudantes tecnológicos.

Tenemos que poner a prueba nuestra vuelta a los elementos. Esta búsqueda nos lleva a bosques remotos, picos altos y profundos lagos, buscando nuestros límites, o escapando de los límites inflamados de la civilización. Cada vez esperamos menos para ser llevados a la civilización. En lugar de ello buscamos lugares que nos llevan a nuestras raíces. Este concepto es la base de nuestro proyecto de cabaña: Hutznhaisi en la montaña Fichtelberg.

La cabaña parece haber sido extraída del paisaje que la rodea, una escultura de hormigón de la carretera de Rittersgrün y Oberwiesenthal a través de las montañas de Ore en Sajonia. La frontera entre la civilización y la naturaleza es donde los árboles superan en número a las casas. Aquí, lejos de la metrópolis, no hay ayudas tecnológicas, cobertura móvil, lavavajillas, microondas, televisiones o condensadores de calefacción. La estructura de hormigón se abre al bosque, como una parada de bus a la calle, siempre en la dirección del destino.

Lejos de las máquinas de fabricar nieve, pistas de snowboard o balnearios, el espacio creado aquí se distancia de la dinámica de la vida moderna y conscientemente evita el ajetreo. Esta cabaña de montaña, que ofrece instalaciones para alimentarse y alojarse para seis u ocho personas, es simplemente, espartana y la calidad de los detalles se deriva únicamente de las cosas tangibles. Los muros y los techos están construidos con hormigón, los tableros el suelo de conífera local, las instalaciones tales como interruptores, luces, sillas y bañeras están hecho con material reciclado, las estufas son de acero y las ventanas están proporcionadas de manera generosa. NO es ostentosa ni técnica, desde un punto de vista estético o funcional, la cabaña de montaña se comporta de manera eficiente y sin amenazar las características técnicas. Su modestia se une a los requerimientos del escalador, que los confirmará al llegar a este impresionante lugar, tomarse un snack y obtener todo lo que necesita para una experiencia elemental, igual que Hans Grimms en su cuento han son Luck, cuya libertad era más importante que sus posesiones y su riqueza.

Dentro, hay más que raíces que vuelven al futuro, la cabaña preserva la huella de sus predecesores como una pátina. El acto de descodificar y descubrir las marcas en relieve y la superficie de la antigua cabaña, que ha sido abandonada a su propio destino, la reminiscencia de un cazador buscando huellas en el bosque. La tipología de bungalow, originalmente construido como un vivienda de fin de semana y consecuentemente como armarios del Club Deportivo Dynamo, que contribuyen como material amoldable del que sustraer la forma de lo nuevo, reconocible desde el exterior, una referencia a la legibilidad de la historia. Manteniendo el pasado se muestran las relaciones de la cabaña y su sustrato, nos acompaña del pasado al futuro como una luz.
Con este duro clima, la naturaleza es un maestro en Fichtelberg. La función, el uso y el material deben de ser diseñados para aguantar estas condiciones. “Hutznhaisl” busca una solución con su debate que no puede ser acusado de ser algo pasajero. Esta silueta en el sistema dinámico de su entorno no es enfático ni tradicional, tampoco busca ser vanguardista. Aunque “Hutznhaisl” representa una salida de la tradición local, se mantiene la valiente reinterpretación de la tipología de cabaña tradicional. En cualquier caso tiene el atractivo de la calidad arquitectónica, que tiene el poder de atraer a la gente de la ciudad a un pueblo remoto con más decoraciones navideñas que habitantes.

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Ficha técnica

Autoría: AFF Architekten

Localización: Tellerhaüser, Alemania

Año: 2009

Fotografías: Sven Fröhlich


Editado por:

Nuria Prieto Tectónica

Publicado: May 6, 2015

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