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Al sur de Lima, en el kilómetro 19 de la carretera Panamericana, existe una parada casi obligada para camioneros. Junto a una gasolinera existe un patio de estacionamiento para camiones de carga y trailer. En este patio queda una esquina de 22.5 metros x 10 metros imposible de ser ocupada para estacionar. Ese espacio es el lugar del nuevo restaurante.
Debido al paisaje circundante que nos encontramos (gasolina, comida, movimiento constante de vehículos) y a su ubicación de encierro entre camiones; el proyecto buscó construir un ámbito protegido que consiguiera la intimidad necesaria para el descanso de los visitantes y a la vez estableciera un diálogo formal con el entorno de los camiones.
La decisión inicial de proyecto partió de un volumen sencillo que funcionara como filtro y caracterizador del conjunto. Un volumen biombo capaz de dialogar con la volumetría de los trailers y camiones allí estacionados. Para ello, se dispuso el volumen del comedor principal de 20 metros de largo, 2.5 metros de ancho y 6 metros de altura construyendo así un gran y ligero container, como uno más del estacionamiento. Este elemento debía configurar la imagen del nuevo restaurante: una caja tejida que se asoma sobre las demás intentando ser vista desde la carretera Panamericana.
La familiaridad del prisma con las formas circundantes debía quedar contrapesada mediante la materialidad. Una caja no compuesta de placas sino más bien una cesta tejida, a la manera de las esculturas de Martin Puryear.
Se buscaba construir, como Puryear, una forma a partir de líneas, desde el extremo de las cañas estructurales, como armazón y hasta el tejido fino de la fachada. Encerrar un volumen para ser habitado. Un contenedor traslúcido, ventilado y poseedor de una textura y calidez propia que se contrapusiera al material opaco de los camiones o tráilers estacionados.
El volumen de caña se asienta sobre un plinto de hormigón, compuesto de muretes y basamentos a los que se sujetarán las cañas mayores. La estructura principal se resolvió a partir de pórticos arriostrados por caña en el contorno y tensores cruzados de acero en el interior y techo: prácticamente una viga arriostrada que se levanta 3 metros sobre el suelo.
Las uniones entre cañas, columnas, vigas y arriostres se resolvieron con pernos y pasadores, rigidizando los nudos con una mezcla simple de hormigón que rellena la cámara interior de las cañas.
Ya instalado el marco estructural, comenzó el proceso de tejido. Se ubicaron una serie de cañas verticales, que reducían las luces en los frentes y permitían una correcta disposición del tejido de la fachada. Luego de tejidas las caras exteriores se ajustaron los pernos, fijando la fachada con la estructura portante.
En el proceso se experimentó con diversos espesores de la trama, ya que el grado de trasparencia debía alcanzar un punto justo entre visión y bloqueo visual. Se buscaba poder resaltar al máximo los aspectos ambientales y lumínicos que otorga la caña de por sí. El desplazamiento horizontal alternado del carrizo genera una celosía que permite entrever lo que pasa tanto adentro como afuera del comedor.
Se consigue así, un pequeño recinto tejido, que alcanza su solidez mediante la colaboración de todos sus elementos constructivos.