Se trata de un sistema escenográfico que trabaja para la ciudad 24 horas al día como agente reductor del exceso lumínico, atenuador de la contaminación acústica, y cómico-animador del teatro urbano, colonizando sus vacíos con piezas circulares de color de plástico reciclado transparente, opaco y translúcido, y con partículas fotoluminiscentes; la iluminación se produce a partir de la recepción en estas planchas de todas las fuentes lumínicas existentes en los alrededores, públicas y privadas, de proyectores y lámparas de apoyo, y por supuesto aprovechando la mayor fuente de iluminación, y la más económica que tenemos: el sol.
Lo más singular de confeti es que no duerme durante el día, inquietando al peatón con marañas de cables y luces apagadas, sino que se transforma en un sistema activo que dialoga con el ciudadano, un plano productor de destellos que pinta de lunares de color el suelo, en el que los niños juegan, los jóvenes disfrutan del aperitivo, y los ancianos charlan reunidos en torno a un “moderador” círculo naranja. Levantar la vista es ponerse unas gafas de color que animan el escenario urbano de la plaza, filtros que decoran el balcón “de la señora Vicenta, la del segundo”. Con la noche se transforman en un confetti luminoso que cae del cielo y pinta una gran alfombra de colores sobre la que la gente se divierte, manifestando la alegría y el carácter festivo que tienen las fechas navideñas; y es que se trataba de producir un acontecimiento, la singularidad de un hecho que no ocurre todos los días...
Autoría: Sergio Sebastián Franco
Localización: Madrid, España
Año: 2014
Editado por:
Publicado: Mar 4, 2014