Fotografía: XhARA
En el marco del proyecto “El futuro está en el monte”, la fundación Gran Chaco nos convoca para la construcción de un Centro Comunitario para la Asociación de Artesanas de Churcal (Qonayaĝapolio Late’e), como parte de una iniciativa territorial en donde se busca el fortalecimiento de las comunidades del monte chaqueño a partir del incentivo de sus producciones locales. Próxima al rio Pilcomayo, la pequeña comunidad qom de El Churcal es una familia extendida que comprende a los abuelos, los padres, los hijos y los nietos. Históricamente vinculados a los ciclos del rio, sus antepasados practicaban migraciones estacionales sustentadas en los recursos del monte y las aguadas. Considerando al territorio como una casa grande, sus sistemas de movilidad marcaron usos y prácticas que han logrado resistir a las dinámicas de un escenario en permanente conflicto por sus formas de ocupación y utilización de los recursos.
Ante semejante contexto, buscamos un edificio que revalorice los saberes de la construcción vernácula, potenciando sus capacidades con soluciones pertinentes a la rigurosidad del clima y la escasez de agua. Una forma de potenciar las riquezas de la ruralidad, con aportes implementados en términos de su valoración como hábitat construido a partir del conocimiento empírico local. Como respuesta a estas inquietudes iniciales, se trabaja a partir de un sistema participativo que pretende valorar el intercambio y la opinión activa de la comunidad. Para ello se montó un taller de carpintería en obra, aprovechando los materiales del monte y sus técnicas de construcción en base a entramados y tierra cruda complementados con la incorporación de sobre techos para el confort térmico y la cosecha de agua.
Así surge una arquitectura de espacios continuos bajo sombra apropiados a los usos, el clima y los recursos de la región en la que se inscribe. Los ambientes se plantean como lugares de contención, representados por el techo (sombra) y el reparo del viento (cerramientos verticales con distintas densidades). Límites concretos se alternan con espacios semicubiertos indefinidos, que ofician como ámbito de reunión y vinculación con el paisaje. Estas galerías logran a su vez superar su cualidad de acceso o transición entre el afuera y el adentro, constituyendo en muchos casos un carácter de totalidad capaz de abarcar a los ambientes cerrados como inscriptos bajo su influencia. Las densidades de cierre, se plantean a partir de un sistema de entramados que se presentan bajo dos modalidades constructivas:
a) Muros “abiertos”: se materializaron con entramados verticales de varas de duraznillo, listones y sobrantes de pino.
b) Muros “cerrados”: se implementaron dos variantes. Por un lado, la técnica de quincha aplicando tierra cruda sobre un entramado de ramas de duraznillo. Todo el sistema se ejecutó sobre bastidores de madera amurados a las columnas de quebracho. Se empleo una terminación final de estucado de cal con una mezcla compuesta por tierra, cal, macerado de tuna y sal. Esta terminación posee cualidades germicidas y repelentes, muy importantes a la hora de contrarrestar la estigmatización que sufre la construcción natural de tierra en zonas endémicas. Por el otro lado, se ejecutó un sistema de bastidores de machimbre rellenos con una barbotina compuesta por mantillo del monte, tierra de consistencia casi liquida y macerado de tuna. Este relleno resulto ser muy liviano y eficiente a la hora de reemplazar las aislaciones térmicas industriales, características en los muros de paneles de madera. Si bien se trabajó con espesores de muros de 12cm, su complemento con un sobre techo de chapa para la cosecha de agua de lluvia, permitió alejar el plano de radiación calórica favoreciendo un ámbito de sombra con ventilación continua. La pequeña superficie del edificio de tan solo 50m², amplía sus dimensiones a partir de las propuestas espaciales y materiales trabajadas.
La falta de agua para el uso cotidiano, las altas temperaturas, la fuerte radiación solar y la sequedad del ambiente entre otros aspectos, motivaron la búsqueda de complejas estrategias constructivas para mitigar estas adversidades climáticas mediante sistemas pasivos de confort térmico basados en la generación de reparos y ventilaciones cruzadas. Estas soluciones complementadas a un uso particular del espacio en donde la movilidad resiste como eje de las dinámicas sociales y económicas, brinda un complejo repertorio de propuestas constructivas que trascienden su materialidad para llevarnos al escenario de prácticas y saberes cargados de significados y ritualidades con las cuales las comunidades mantienen la vigencia de su espiritualidad.
El proyecto intenta evidenciar y poner en valor a las prácticas de la construcción vernácula como alternativa a la homogeneización tecnológica de la modernidad. Manifestando las riquezas múltiples que caracterizan el hábitat construido por las comunidades del Chaco Central, intentaremos cuestionar los principios con los cuales los modelos del desarrollo desestiman estos saberes amenazando sus continuidades.
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