La fachada totalmente acristalada ha sido considerada como la máxima expresión constructiva de los ideales de la modernidad en la arquitectura del s. XX, por su íntima relación con el orden estructural, por su ligereza y transparencia y, sobre todo, por reducir al mínimo el espesor con que se construye la fachada del edificio.
Asociada históricamente con la tipología de edificios de oficinas en altura, la evolución de la fachada de vidrio a lo largo del s. XX estuvo ligada al desarrollo industrial de las tecnologías de materiales como el acero, el aluminio y el vidrio. Hoy, el diseño y la construcción del muro cortina se abren a las múltiples transformaciones que afectan a la arquitectura en todas sus vertientes. La aparición de nuevas tipologías asociadas a los nuevos espacios de trabajo, con edificios industriales de uso mixto, ha extendido el uso del vidrio en grandes planos de fachada en muchas zonas urbanas.
Por otro lado, el problema de la eficiencia energética, obviado en épocas anteriores, ha pasado hoy a un lugar preeminente. Especialmente en nuestro clima, la incidencia de la luz solar y su influencia en el comportamiento térmico del edificio es un aspecto clave a tener en cuenta en el diseño del cerramiento. Por último, y en relación con el punto anterior, las crecientes exigencias en materia de ventilación y calidad del aire del espacio interior hacen que el muro cortina deba incorporar soluciones que suponen un mayor nivel de complejidad técnica.
Además, desde el punto de vista constructivo, el muro cortina debe dar respuesta a diferentes cuestiones de orden técnico, entre las que destacan la resistencia mecánica, la estanqueidad al aire y al agua, el aislamiento térmico y las aperturas de ventilación. Exlabesa, como especialista en sistemas de carpintería de aluminio para fachadas, dispone de soluciones específicas acordes con el alto nivel de complejidad técnica de una envolvente de vidrio.
Estructura
En primer lugar, el muro cortina debe tener una determinada capacidad de resistencia mecánica. Como en cualquier cerramiento de fachada, las acciones se transmiten a la estructura del edificio. Esta función es asumida por la perfilería. El bastidor, formado por travesaños y montantes, debe ser capaz de absorber las deformaciones producidas por el peso, la acción del viento o el movimiento de la estructura. Generalmente son los montantes los que se fijan al forjado de la estructura, sea ésta de hormigón, acero u otro tipo. Los travesaños o perfiles horizontales se fijan a los primeros. El catálogo de Exlabesa incluye distintos anclajes que fijan los montantes al canto del forjado o a su cara superior, permitiendo la regulación en las tres direcciones para adaptarse a las posibles irregularidades de la ejecución de la estructura.