El Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, obra que resultó del concurso que ganaron en 1934 el equipo formado por Carlos Arniches, Martín Domínguez y Eduardo Torroja, de vida azarosa por la interrupción de la construcción debido a la guerra y su finalización por el ejército, es un ejemplo excepcional de edificio de Arquitectura Moderno que mantiene la actividad por la que fue creado, gracias al trabajo de rehabilitación arqueológica a la que fue sometido por el equipo dirigido por Junquera Arquitectos, y que ahora le ha valido el Premio DRAW que otorga la organización Docomomo.
El Hipódromo de la Zarzuela en la actualidad. Fotografía: Ximo Michavila.
Recordamos este texto de Junquera Arquitectos, autores de la rehabilitación del Hipódromo de la Zarzuela, que relata las vicisitudes de esta obra, visita obligada de arquitectos y admiradores de la arquitectura en general que se acerquen por Madrid, que incorpora ahora el Museo Torroja.
En 1934 se convocó el concurso de arquitectura para el nuevo Hipódromo de Madrid en el Monte del Pardo, una finca de 109 hectáreas cedida por el Gobierno de la República. Ganó el equipo formado por Carlos Arniches, Martín Domínguez y Eduardo Torroja.
Inauguración del Hipódromo de la Zarzuela. Madrid,1941. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
En los años treinta Madrid se enfrentaba a un proceso de redefinición de su crecimiento, sobre todo hacia el norte, confiando esta labor al arquitecto Secundino Zuazo en cuyo estudio trabajaban dos jóvenes arquitectos Arniches y Domínguez.
Zuazo necesitaba prolongar la principal arteria que enhebra el norte con el sur, el eje de la Castellana-Recoletos. Y al norte se encontraban las pistas del Hipódromo de Madrid, un tapón que inevitablemente debía trasladarse, para permitir continuar el eje norte y sur, y en el espacio libre construir un complejo que albergara los ministerios del nuevo país que estaba naciendo tras años de retraso respecto a la Europa de la Modernidad.
Tomada la decisión, se elige el nuevo emplazamiento junto al rio Manzanares, deslindando un terreno de 110 hectáreas del Monte del Pardo.
Plano de Madrid con la ubicación del antiguo hipódromo en el eje central de la Castellana. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Madrid 1934. El hipódromo situado en el extremo norte del eje principal de la ciudad actuaba como tapón para el crecimiento urbano de Madrid.
En 1934 se convoca un concurso en el que participan equipos mixtos de arquitectos e ingenieros, del que nos queda documentación a través de las revistas de arquitectura de la época.
La entidad convocante es el “Gabinete Técnico de Accesos y Extrarradio de Madrid” de acuerdo con el programa de necesidades facilitado por la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de España y de la Sociedad Hípica Española
Las propuestas retratan con precisión las posiciones intelectuales que reinaban en aquellos tiempos. España va con retraso en su incorporación a la Modernidad y la arquitectura no puede ser una excepción.
Los principios que emana la Edad Moderna empiezan tímidamente a incorporarse al mundo académico e intelectual y, en concreto, el lenguaje abstracto está empezando a sobreponerse en los diseños, conviviendo con los modelos evolutivos de la composición clásica y de un movimiento de incorporación del repertorio de la arquitectura popular, más como lenguaje formal que como elementos constructivos tradicionales (regionalismo critico).
Se elige la propuesta de Arniches, Domínguez y Torroja, una propuesta de reducida escala bien asentada en la topografía del terreno, funcionalmente casi perfecta y formalmente apoyada en el lenguaje neo regionalista con la aportación de la cubierta laminar de tribunas, estructura totalmente novedosa en su tiempo y que mantiene, aún hoy, su originalidad expresiva.
Imagen del proyecto ganador del concurso para el nuevo hipódromo de Madrid, 1934. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Sección del proyecto original. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Alzado hacia la pista del proyecto original. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Alzado posterior del proyecto original. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Dichas bóvedas metálicas reclaman arriostramientos laterales que se resuelven mediante la incorporación lateral de medios cilindros con el objetivo de mantener la estabilidad lateral de las estructuras metálicas que se aprovechan para acoger las escaleras de comunicación. Estos elementos curiosamente se mantendrán en la evolución del proyecto, aunque con el cambio estructural ya no sean necesarios. Es evidente que los arquitectos habían utilizado un requerimiento estructural como una seña de identidad de su decisión de incorporar a su proyecto una señal de las tendencias de las vanguardias.
En la formalización de estos arriostramientos, y en las fachadas que envuelven los edificios de los graderíos, Arniches y Domínguez se distancian de su lenguaje regionalista y se decantan por el lenguaje moderno, escenificando un conjunto extraño, un modelo en el que se superponen en armonía dos lenguajes, el abstracto y el figurativo, el moderno y el regionalista. El conjunto, pese a su falta de ortodoxia, ha sido, es y será una de las características arquitectónicas singulares de la propuesta de Arniches y Domínguez junto a los otros valores a destacar, el asentamiento en el terreno, el perfecto modelo funcional y la acertada relación de escala de los espacios exteriores del Monte del Pardo frente a lo edificado y los espacios de transición.
Inicio de la obra. Sin fechar. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Resuelto el concurso se produce un vacío de información hasta su inauguración en 1941, únicamente documentado por fotos del inicio de las obras antes de la guerra en las que se descubre un cambio sustancial en la concepción estructural, desaparece el acero y se sustituye por el hormigón armado. También se pueden intuir en las fotos ligeros cambios en las trazas de la edificación.
La estructura quedó finalizada casi por completo antes de la Guerra Civil (1936-1939). Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
El hipódromo en la Guerra Civil. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Los arquitectos en la postguerra no pudieron continuar su labor ya que fueron desposeídos de sus títulos. Las obras las terminó el ejército. El hipódromo que conocemos nació de unos padres que no pudieron materializarlo y por tanto no hay certeza del grado de adecuación del resultado final a las expectativas de los arquitectos. Es por ello que una labor fundamental ha sido descubrir su ADN.
En el caso particular de las estructuras, sí hay certeza de que lo proyectado por Torroja es lo construido, porque lo fundamental se ejecutó antes de la Guerra. Torroja estuvo presente en su terminación en la postguerra y además se conservan los documentos del proyecto.
De este largo periodo y sus especiales circunstancias no hay apenas documentación. Ni rastro de los proyectos, ni escritos, ni artículos, salvo de las estructuras prácticamente acabadas, nada de nada hasta su inauguración por el Caudillo (General Francisco Franco).
¿Por qué ese cambio tan radical del proyecto estructural? ¿Por qué se mantienen los cilindros arriostrantes ya no necesarios?
El conjunto, en general, mantiene la tipología inicial, con ajustes fáciles de entender salvo la pérdida de uno de sus valores clave funcionales, conseguir la independencia total de las circulaciones del caballo frente a los espectadores.
Plano de circulaciones del proyecto original de 1934. La circulación de espectadores y caballos era independiente. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Sera esta desafortunada perdida una de las claves que apoyarán la necesidad de dedicar esfuerzos a intentar descubrir cuál fue el proyecto que Arniches y Domínguez quisieron y no pudieron construir, y poner en cuarentena el hipódromo que tenemos a la vista.
En el año 2004 ganamos el Concurso para la Restauración y Rehabilitación del Recinto de Carreras del Hipódromo de la Zarzuela, convocado por la sociedad Hipódromo de la Zarzuela S.A.
Con el fin de validar el proceso de adecuación del Hipódromo de la Zarzuela proyectado en los años 30 del siglo pasado a los requerimientos de un hipódromo actual, lo primero a lo que hay que enfrentarse es a conocer en profundidad la actividad de un hipódromo en la actualidad.
Analizados diversos hipódromos actuales se puede concluir que la clave fundamental para conseguir un buen funcionamiento permanece inalterada, aunque pocos hipódromos lo han conseguido, El caballo, desde que llega al recinto hasta que corre, y el espectador, deben poder verse siempre, pero nunca se deben cruzar.
El Hipódromo de Arniches y Domínguez lo cumplía, Longchamp lo va a conseguir en el futuro tras su remodelación en marcha.
Hipódromo de Longchamp, Paris. Renovación: Dominique Perrault Architecture, 2011-2017. Imagen:via perraultarchitecture.com.
El Hipódromo de la Zarzuela está ordenado según dos ejes ortogonales que ordenan las dos circulaciones, norte-sur, los espectadores; este-oeste, los caballos.
Dos circulaciones que discurren a cotas diferentes para evitar cruces. El caballo a la cota de la pista, los espectadores, en un nivel superior siguiendo las trazas del terreno natural que genera un balcón asomado a las pistas sobre el que asientan los graderíos.
Llega el día de la carrera; los caballos salen desde las cuadras o en vehículos especiales, y se inicia un ritual que debe ser contemplado en su integridad con el fin de poder descubrir en su comportamiento signos que los entendidos valoran de cara a las apuestas.
Paddock. Imagen del concurso original. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Primero se le ensilla: “espacio ensilladero”; luego se le pasea: “espacio paddock”; a continuación, se le monta dando un paseo previo a la salida a las pistas. En el proyecto del concurso esta estrategia estaba perfectamente resuelta, pero no se ejecutó, perdiendo uno de sus valores clave, aunque era de fácil recuperación.
Una carrera de caballos dura alrededor de dos minutos. El espectador apenas ve su desarrollo; la salida está lejos; la llegada es siempre emocionante y puede ser ajustadísima, incluyendo ‘fotofinish’, y sólo la puede contemplar un sector muy reducido de espectadores, no obstante, como en cualquier deporte, la atmosfera que trasmite el directo es inigualable y los espectadores acuden a las gradas, eso sí, sólo unos cinco minutos por carrera.
Hoy en día, con los circuitos de TV internos se ve la carrera mejor en las pantallas distribuidas por todas partes (en Longchamp hay pantallas en los aseos).
El verdadero sentido de acudir al hipódromo es el juego, la apuesta, y la apuesta se decide en los previos, la última decisión depende del último vistazo al caballo elegido, de ahí la importancia de poder contemplar el procedimiento completo que sigue el caballo desde que llega hasta que sale a la pista. Insistimos el modelo de los arquitectos es perfecto. El Hipódromo de la Zarzuela es un hipódromo proyectado en el siglo veinte que, casi cien años después, sigue siendo de los mejores hipódromos planteados del mundo.
El estudio comparado así lo corrobora, validando por tanto la decisión política de adecuar el recinto de carreras ya que, prácticamente sin reformas tipológicas o estructurales, será un magnífico hipódromo.
Lo que sí ha cambiado sustancialmente es el mantenimiento financiero de la actividad. Como ocurre con el resto de los deportes espectáculo, la propia actividad es deficitaria y por tanto insostenible, desde un campo de futbol a un circuito de Formula 1. La TV, las plataformas digitales, las apuestas o actividades paralelas son los mimbres con los que construir la sostenibilidad.
En el caso del Hipódromo de la Zarzuela solo se pueden encontrar recursos en actividades paralelas. Hay una afición reducida, el interés general genera pocos espectadores en TV y las apuestas son difíciles dada la competencia de otras consolidadas o las nuevas online.
Pero, en cambio, el recinto se encuentra inmerso en la ciudad; bien comunicado, tiene 105 hectáreas, un paisaje hermosísimo, áreas de aparcamiento…, lo que le confiere potencial para implantar otras actividades de uso continuado que generen recursos para el mantenimiento del conjunto. Hay solo carreras un día a la semana, en otoño y primavera, es evidente que no se puede mantener un hipódromo y una finca de esas dimensiones sin actividades paralelas.
Situación del Hipódromo de la Zarzuela al noreste de Madrid junto a dos zonas de alto nivel ecológico : la casa de campo y el Monte del Pardo. El Hipódromo de la Zarzuela en Google Maps.
Por este motivo, se incluye en el Plan Director generar un espacio multiuso para exposiciones, convenciones..., en definitiva, grandes eventos de dimensiones medias entre los feriales y los que ofrecen los hoteles.
El espacio se situó en la prolongación de las actuales tribunas: semi soterrado, asomado a las pistas a través de un porche prolongando; las arcadas existentes formalizando una sombra continua como contrapunto al ritmo repetitivo de los arcos.
Apoyándose en la topografía natural, igual que hicieron Arniches y Domínguez, los cerca de 30.000 m² de este espacio desaparecen bajo el manto de una cubierta ajardinada.
Llegados a este punto en el que conocemos la historia del edificio con sus certezas y sus incógnitas, conocidos los arquitectos, verificada la idoneidad de la tipología del hipódromo para responder a su nueva vida y planteadas las actividades que se desarrollen en su entorno, llega el momento de enfrentarse a la rehabilitación del recinto de carreras.
La falta de documentación, la interrupción de las obras, la desaparición de los arquitectos autores del proyecto y la orfandad de la terminación de las obras originaron dudas sobre ¿Cuál era el proyecto que Arniches y Domínguez habrían construido?
Ante esta situación que paralizaba la gestión del proyecto propusimos a los diferentes responsables de las administraciones, Patrimonio Nacional, Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes, Instituto de Patrimonio Histórico, el Ayuntamiento de Madrid y los Gestores de la sociedad que explota las carreras, generar un documento consensuado, “El Modelo”, que sintetizará la respuesta al principal dilema del proyecto de rehabilitación: ¿qué hubieran hecho Arniches y Domínguez si hubieran terminado su obra?
Una vez consensuado el Modelo, se desarrollarían los proyectos técnicos ateniéndose a las directrices contenidas en el mismo.
Junquera Arquitectos. Planta reforma nivel 0.
Junquera Arquitectos. Propuesta de reforma, sección transversal por paddock.
Junquera Arquitectos. Propuesta de reforma, sección transversal por centro de convenciones.
En base a la escasa documentación recopilada se diseccionó el hipódromo en áreas de estudio de diferente naturaleza en función de las certezas y las dudas, generándose unas fichas que marcaban el camino a seguir del proceso de investigación. El acierto en la identificación de las disecciones a realizar fue clave para optimizar el avance hacia la clarificación de las dudas.
Siguiendo el guion marcado en las fichas, se acometieron catas por toda la edificación, patios, paddock, ensilladeros. etc., que permitieron clarificar dudas, además de conocer con más precisión el estado de “salud” de la edificación.
El Modelo se materializó prácticamente como si hubiera sido el proyecto de Arniches y Domínguez.
A continuación, se extractan los puntos clave que van a guiar la rehabilitación del hipódromo:
-El paddock y los ensilladeros no respetaban la tipología funcional y, por tanto, es imprescindible modificar su cota altimétrica para recuperar la independencia de las circulaciones caballo-espectador. Se adapta, entonces, la topografía y se segregan las circulaciones de caballo y público en dos niveles, según el proyecto de 1934: el público accede al recinto por los patios sur y norte, que quedan comunicados en la galería del paddock. Desde este nivel puede contemplar todos los movimientos del caballo en un nivel inferior sin interferir en su recorrido. Los patios se expanden hacia las terrazas entre tribunas, con vistas a la pista y la ciudad. También se conservan los ensilladeros en la posición original, concentrando a su alrededor los servicios de carreras, jockeys, veterinaria etc, en un edificio nuevo excavado en el terreno y abierto a jardines que aportan privacidad, iluminación y ventilación natural, con accesos independientes y comunicación directa con el paddock y la tribuna central, sin cruzarse con el público.
-El patio-jardín norte se había quedado sin acotar. Se remata su cierre.
-Hay que recuperar el arbolado que estructura el orden de los patios.
-Los nuevos requerimientos funcionales de apoyo a las carreras requieren nuevas edificaciones que se emplazaran hacia el oeste, a continuación de los patios, vestuarios, balanzas, instalaciones, casa club de carreras…
-La edificación de las tribunas ha sufrido múltiples adherencias que hay que derribar, además de heridas y mutilaciones que reparar. Las estructuras de las tribunas y sus marquesinas necesitan libertad para poder moverse, ya que están oscilando permanentemente, ya sea por el viento, por cambios térmicos o por sobrecargas. Es necesario independizarlas del resto de los elementos constructivos.
-Se ajustan diferentes elementos como antepechos, barandillas, aleros etc..
El hipódromo se resuelve con escasos materiales: revoco de cal en fachadas, carpinterías de acero y vidrio, pavimentos de terrazo in situ y teja árabe
Junquera Arquitectos. Plan de actuación: en rojo, cubiertas a rehabilitar, en azul, fachadas a rehabilitar o sustituir y en rosa, elemento a demoler.
Junquera Arquitectos. Plan de actuación: en rojo, cubiertas a rehabilitar, en azul, fachadas a rehabilitar o sustituir y en rosa, elemento a demoler.
Junquera Arquitectos. Plan de actuación: en azul, fachadas a rehabilitar o sustituir y en rosa, elemento a demoler.
Junquera Arquitectos. Plan de actuación: en rojo, cubiertas a rehabilitar, en azul, fachadas a rehabilitar o sustituir y en rosa, elemento a demoler.
Las obras comenzaron en 2008 con la restauración de las marquesinas de las tribunas, deterioradas por el paso del tiempo y dañadas por el agua y diversas construcciones realizadas en etapas anteriores.
La singularidad del Hipódromo de la Zarzuela es fruto del sumatorio de aciertos de los arquitectos, Arniches y Domínguez y del ingeniero Eduardo Torroja, pero lo que la convierte en una obra de referencia mundial son las estructuras del conjunto de los graderíos, sus marquesinas y sus edificios, quizás las estructuras laminares de hormigón armado más bellas de la primera mitad del siglo XX.
“Antes y por encima de todo cálculo esta la idea moldeadora del material en forma resistente, para cumplir su misión”. Eduardo Torroja.
En la propuesta del concurso nacieron como estructuras de acero, pero en el proceso de desarrollo del proyecto constructivo se produjo el cambio entre la propuesta del concurso (acero) y la de hormigón armado, que finalmente se construyó. Cambio que fue determinante para la historia de las estructuras laminares.
La voluntad de los arquitectos de contar con unas marquesinas ondulantes se mantendrá, pero la concepción estructural cambia radicalmente para conseguir construir unas láminas en forma de ala de gaviota apoyadas en un pilar central, empleando una técnica constructiva al límite de las prestaciones de los materiales, el hormigón y el acero de los años treinta.
Junquera Arquitectos. Infografía de la estructura de los graderíos.
La trayectoria profesional de Torroja, pone de manifiesto en todas sus obras una actitud de búsqueda continuada del equilibrio controlado entre exprimir los límites de las prestaciones de los materiales y la seguridad, siempre recurriendo al diseño de formas acordes con la mejor respuesta a las solicitaciones a las que se someten los materiales para conseguir construir con el menor material posible, buscar la ligereza; en definitiva, conseguir los objetivos marcados con el menor peso de los materiales (5 cm en punta).
Estudio de las tensiones de las láminas de hormigón de las cubiertas. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Su innovadora y esbelta cubierta laminar cuenta con un espesor variable de tan solo 5 cm en punta y 14,50 cm en el apoyo. Está formada por una secuencia continua de sectores laminares de doble curvatura y geometría sensiblemente similar a la del hiperboloide. Su específica forma resistente no permitía la aplicación de los sistemas de cálculo existentes en aquellos momentos. Eduardo Torroja realizó cálculos manuales aproximados y la comprobación del comportamiento estructural de la lámina fue realizada mediante ensayo experimental del modelo de un módulo construido a tamaño real, por la constructora Agroman.
Sección y planta original de la lámina de cubierta. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
Prueba de carga de la cubierta laminar en los años treinta. Archivo Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja.
“Me han preguntado en numerosas ocasiones cómo decidí el diseño del Hipódromo de la Zarzuela…Y surge entonces la pregunta: la invención de una forma especialmente adaptada a la resolución de un problema concreto ¿es estrictamente un proceso de imaginación, o es el resultado de un razonamiento lógico basado en la forma técnica?. Yo no creo que sea ninguna de estas dos cosas sino la mezcla de ambas. La imaginación por sí sola no podría llegar hasta un diseño así sin la ayuda de la razón, ni tampoco podría un proceso deductivo, avanzando en etapas sucesivas de perfeccionamiento, haber sido tan lógico y determinante como para conducir inevitablemente hasta ello.” Eduardo Torroja.
Releyendo a Torroja parece evidente que las estructuras nacieron de arriba abajo, lo cual es coherente con el mantenimiento de las formas abovedadas que a buen seguro serian propuestas por los arquitectos, ya que es lo único que se mantiene en el paso del concurso a la ejecución.
La asimetría de las marquesinas, más envergadura hacia las pistas, menos hacia el paddock, genera un desequilibrio que Torroja, con gran arrojo, va a resolver poniendo a trabajar a diferentes elementos en equilibrio articulado, frente a soluciones más conservadoras que se habrían inclinado por la rigidez, es decir, frente a la masa, la liviandad.
Junquera Arquitectos. La sección del Hipódromo se balancea.
Las marquesinas tienden a inclinarse hacia las pistas, las bóvedas de los vestíbulos las proyecta en voladizo tendiendo a caerse. Torroja conecta ambas con “un hilo”, como literalmente explica Torroja, y dimensiona sus pesos para mantenerlas en equilibrio reconduciendo todos los esfuerzos a un solo pilar central, que además aprovecha para la evacuación de las aguas pluviales.
El resultado simple y sencillo, una especie de Calder de 1935 en continuo movimiento con espesores que llegan a los 6 cm, con aceros lisos y hormigones incipientes.
Su restauración ha sido compleja ya que el paso del tiempo y su mal trato han ido deteriorando el hormigón, vaciándolo de arenas finas y corroyendo el acero.
Estado de las cubiertas previo a la restauración. Fotografías previas y del proceso de obra: Junquera Arquitectos
Se ha tenido que reconstruir limpiando con sumo cuidado, abriendo ranuras y casi poros para, a continuación, inyectar a presión un aglomerante que le devuelva a las estructuras la masa que necesita para cumplir las solicitaciones a compresión. El acero se ha limpiado y protegido y se ha instalado un control de oxidación con remisión de los datos por radio a las instalaciones del Instituto Torroja. Una labor minuciosa dirigida por Leonardo Fernández Troyano.
Tras una limpieza cuidadosa con agua a presión (900 a 1.200 Bar) se protegieron las armaduras con Sika Top Armatec 1100 EPCEM.
El siguiente paso fue abrir las fisuras con una radial de disco pequeño y limpiarlas con chorro de aire.
Una vez abiertas y limpias, se colocan en estas grietas cánulas a lo largo de ella y se les inyecta aglomerante Sikadur 52 Injection. Una vez que rebosa se atan las cánulas y se espera a que se seque el aglomerante. La operación se hace primero por debajo de las bóvedas. Luego se repite esta operación sobre las mismas.
Como la superficie de la cubierta estaba muy deteriorada, con muchas irregularidades, se aplica un mortero pobre en cemento para que no "tire" del existente y se extiende por toda la superficie.
Una vez finalizada la operación anterior se le aplica una pintura impermeable transpirable Sikagard 670 W Elastcolor. El siguiente paso fue recuperar la sección original de las láminas de hormigón. Para ello se utilizó Sika Monotop 618 ó 612.
Redimensionamiento de las zapatas.
Recuperación de los tensores de acero.
El hipódromo se resuelve con escasos materiales, los mismos con los que se construyó en su día. Ha sido necesaria una búsqueda exhaustiva ya que se había dejado de producir el Perfil 34 de acero, la cal se había dejado de utilizar y el terrazo veneciano se encontraba en el olvido.
Se encontró a los nietos de los que aplicaron el terrazo; se localizó una empresa italiana que empezaba a fabricar perfiles para cerrajería plegando el acero, y en Sevilla, un químico comenzó a recuperar los revocos y estucos de cal.
El terrazo se ejecutó de forma tradicional in situ. Se hicieron diversas pruebas de diferentes piedras y granulometrías, así como de bases de color en el hormigón, hasta dar con el acabado adecuado, muy cerca del encontrado en solados y graderíos en el hipódromo.
Una vez encontrada la combinación, se utiliza para ejecutar solados, restauración de los graderíos y prefabricados de las escaleras, con acabado pulido o antideslizante dependiendo si es interior o exterior.
El terrazo se ejecuta en dos capas de hormigonado, la primera de 6 cm de cemento gris de alta resistencia para regularizar y nivelar la base, y una segunda de 1,5 cm de espesor que es la capa que contiene la base de cemento con el color de fondo y el árido, con juntas de latón.
Para la restauración del graderío, que había sido dañado por la colocación de asientos atornillados fijos, en la línea de agujeros dejados tras su retirada, se corta una banda longitudinal de 15 cm de ancho y se retira la capa superior de 1,5 cm de espesor. Se colocan las juntas de latón en los bordes empotrando en la base con resinas, y se ejecuta con la misma granulometría que el en resto.
Al no fabricarse el perfil 34, el existente en la carpintería original, y ser imposible la restauración de la misma, para realizar las nuevas carpinterías se recurre a perfilería de acero, realizada con plegadora de mínimo espesor, dando un aspecto de trasparencia (por la proporción de carpintería-vidrio) muy similar al original.
Se elige el mortero de cal tradicional como acabado de los paramentos exteriores.
El mortero de cal es mucho más flexible que el mortero de cemento lo que, en una rehabilitación como la del Hipódromo, es una cualidad muy interesante.
Además, es un material muy permeable, permitiendo que los paramentos traspiren, lo que también apoya su durabilidad. Un material muy resistente, que además va endureciéndose con el tiempo.
Finalmente, el Hipódromo volvió a reabrirse en 2015 recuperando la limpieza del proyecto de 1934 y adecuándolo a los requerimientos de un hipódromo del siglo XXI. En él, además, se ha se ha abierto el Museo Torroja, proyecto museístico de la arquitecta Pepa Cassinello, directora de la Fundación Eduardo Torroja, ubicado bajo las tribunas norte del edificio del Hipódromo de la Zarzuela y en donde se expone una representativa parte de la obra de Eduardo Torroja, uno de los máximos referentes internacionales de la historia de la ingeniería y la arquitectura del siglo XX.
Fotografía:Junquera Arquitectos
Fotografía de Ximo Michavila.
Fotografía de Ximo Michavila.
Fotografía: Junquera Arquitectos.
Fotografía:Junquera Arquitectos.
Fotografía:Junquera Arquitectos.
Fotografía:Junquera Arquitectos.
Museo Eduardo Torroja.
En 2021 el Hipódromo de la Zarzuela ha recibido el Docomomo Rehabilitation Award (DRAW) dentro del categoría Vanguardias preservadas (Preserved Vanguards) que valora “las restauraciones que han recuperado elementos innovadores de las frágiles y experimentales creaciones de vanguardia, demostrando así su resiliencia”.
Promotor: Hipódromo de la Zarzuela S.A
Fecha: 2004-2015
Fecha Proyecto:
Autores: Junquera Arquitectos S.L.P .
Colaboradores Junquera Arquitectos: Elena Pascual, Arquitecto; Miguel Ángel Blanca, Arquitecto; Santiago Marín, Delineante.
Colaboradora en la edición del artículo: Elena Pascual, arquitecta en Junquera Arquitectos.
Director de proyecto: Clara Eugenia Santana.
Estructuras: Carlos Fernández Casado S.L
Instalaciones: Úrculo Ingenieros
Constructora: Dragados S.A.
Infografía: Junquera Arquitectos S.L.P
Tratamiento hormigón: Sika España
Fotografía: Ximo Michavila / Junquera Arquitectos
Hipódromo de la Zarzuela / Fundación Eduardo Torroja / Museo Eduardo Torroja. Avenida Padre Huidobro S/N A6, KM 8, 28023 Madrid.
Editado por:
Publicado: Feb 2, 2022