Esta exposición ofrece un nuevo análisis de la trayectoria de Lucio Fontana (Rosario, Argentina, 1899–Varese, Italia, 1968), uno de los artistas más innovadores del siglo XX. Junto a una amplia selección de sus célebres pinturas con cortes (tagli) creadas en las dos últimas décadas de su producción, la muestra presenta ejemplos extraordinarios de otros importantes conjuntos de obras que se remontan a los inicios de Fontana como escultor figurativo. Lucio Fontana. En el umbral también incluye, junto a destacadas obras sobre lienzo, piezas de cerámica —material que Fontana empleó durante toda su carrera— de exquisita factura, así como sus pioneros ambientes (ambienti). Estas construcciones posibilitan una inmersión visual y contextualizan la radical ambición de Fontana de integrar el espacio del arte y el espacio del observador en un campo continuo de experiencia.
Concepto espacial: cortes y agujeros
Fontana creó sus obras más emblemáticas bajo el influjo de la Guerra Fría, un período marcado por la permanente amenaza nuclear y la investigación internacional centrada en la carrera espacial. Bajo el título de Concepto espacial, sus primeras series de pinturas perforadas fueron ideadas como pantallas para la transmisión y el filtrado de la luz eléctrica. Empleando el lienzo tensado como soporte, Fontana se dispuso a transformar de manera radical la tradición occidental de la pintura de caballete. Los agujeros (buchi) evolucionan para convertirse en sensuales rasgaduras, y el artista adopta el vacío como centro absoluto de su práctica. Realizado en 1958, el primer corte (taglio) de Fontana estableció su gesto más característico. El artista aplicaba pintura en toda la superficie del lienzo; después, realizaba un corte con una navaja afilada y, a continuación, moldeaba la abertura directamente con las manos, adhiriendo en ocasiones un trozo de gasa negra en el reverso. Con el tiempo, los cortes fueron más rectos y calculados. En alusión al laborioso proceso de preparación, anticipación y crucial irrupción del corte, Fontana se refería a muchas de estas pinturas como “esperas” (attese). Paralelamente, también desde finales de los años cincuenta, Fontana comienza su exploración de las posibilidades de los lienzos de formas inusuales, como lo demuestra la poliédrica serie Los Quanta. El uso de soportes heterodoxos culminaría en su serie Fin de Dios (Fine di Dio), un conjunto de “huevos astrales” pintados en brillantes colores sintéticos cuyas superficies perforadas evocan el origen del cosmos y la sensación de sobrecogimiento que embarga al ser humano cuando contempla el espacio infinito.
Ambientes espaciales
Fontana fue uno de los autores del Manifiesto Blanco (la primera declaración del Espacialismo), redactado en Buenos Aires en 1946. A la luz de los nuevos descubrimientos de la física, desde la relatividad hasta la mecánica cuántica, el manifiesto promovía el empleo de las nuevas tecnologías y la ampliación de la obra del arte a la cuarta dimensión. Tres años más tarde, ya en Milán, Fontana comenzó a realizar sus Ambientes espaciales, que experimentaban con el espacio y la luz. En ellos empleó el tubo de neón, elemento que serviría como punto de partida de otros desarrollos posteriores en el arte de la instalación. Con su práctica multidisciplinar, Fontana amplió la noción de experiencia artística para incluir en la obra de arte el espacio que rodea al espectador.
Lucio Fontana. En el umbral. Guggenheim Bilbao, del 17 de mayo al 29 de septiembre de 2019.
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Publicado: May 17, 2019