El Mercado de Abastos de Santiago de Compostela es una obra de Joaquín Vaquero Palacios. Situado en pleno casco histórico, el mercado es una pieza de arquitectura moderna que comprende a la perfección el lenguaje constructivo compostelano así como la tradición de los oficios tradicionales.
En 1976 se celebró en Santiago de Compostela el Primer Seminario Internacional de Arquitectura Contemporánea (SIAC 1976). A este evento asistieron jóvenes arquitectos cuyos nombres figurarían apenas unos años después, negro sobre blanco, en todas las publicaciones de arquitectura como César Portela o Manolo Gallego dentro del ámbito español o James Stirling, Carlo Aymonino, Oswald M. Ungers, Álvaro Siza, J.P. Kleihues procedentes del panorama internacional. Entre ellos destacaba la mirada del arquitecto italiano Aldo Rossi, quien quedó sorprendido por una obra compostelana muy singular. Rossi definió como ‘lección de arquitectura viva’ el Mercado de Abastos de Santiago de Compostela, viendo en ella un compromiso fundamental de un edificio capaz de provocar la experimentación de una enseñanza crítica o teórica de la arquitectura.
Fotografía: Nuria Prieto
El mercado de Abastos de Santiago de Compostela (1937-1941), obra del arquitecto Joaquín Vaquero Palacios (1900-1998) es una pieza fundamental para el camino hacia la modernidad de una ciudad monumental, pétrea y grave con aire decimonónico. También se constituye en un elemento urbanístico fundamental, que define un punto esencial para el desarrollo de la ciudad, organizando un lugar de encuentro tradicional al tiempo que dota de dignidad y proyección de futuro a un espacio popular.
El análisis de esta pieza de arquitectura ha sido recientemente revisado por la arquitecta Ruth Varela en el documental producido junto con Pablo Soto y titulado “Os Segredos do Mercado de Abastos de Santiago de Compostela”. Esta pieza incluye el testimonio de varios profesionales además del relato de Joaquín Vaquero Ibáñez, nieto de Vaquero Palacios y también arquitecto.
Fotograma de “Os Segredos do Mercado de Abastos de Santiago de Compostela”
El arquitecto Joaquín Vaquero Ibáñez describe a su abuelo como un artista total, capaz de comprender la cultura local y apasionarse por ella hasta el punto de realizar una inmersión absoluta. De ese conocimiento emerge la capacidad para desarrollar un proyecto sólido y completo.
“Esa posición de vitalista absoluto, donde el disfrute es máximo en cualquier otra cosa que se encuentre a su alrededor. Donde la inspiración la encuentra en eso que el llamaba los pies forzados. Donde el estallido de la creación puede venir de una frase de un herrero o puede venir de una inscripción en una pared, o de una paloma que corre y se posa justo en un muro, entonces encuentra dónde está la buena orientación.” Joaquín Vaquero Ibáñez
Joaquín Vaquero Palacios (1900-1998) era un arquitecto apasionado y singular, con una gran sensibilidad. Moderno y de vocación artística y técnica, toma su forma de hacer de su propia experiencia. Al terminar sus estudios recorre Europa en busca de una formación más rica. El viaje será una constante a lo largo de su vida, ya que incluso llega a dirigir por un periodo de tiempo la Academia de España durante su estancia en Roma entre 1950 y 1965. Dentro de su trayectoria destacan obras de gran calidad como el Instituto Nacional de Previsión (Oviedo, 1942), el Pabellón Español de la Bienal de Venecia (1952), la Presa y Central de Grandas de Salime (1954), la Sede de la empresa Hidrocantábrico (Oviedo, 1964-1968) o la Central Hidroeléctrica de Tanes (Sobrescobio, 1978), muchas de las cuales formaron parte de la exposición “Joaquín Vaquero Palacios. La belleza de lo descomunal. Asturias, 1954-1980” comisariada por Joaquín Vaquero Ibáñez en el Museo ICO de Madrid.
Fotograma de “Os Segredos do Mercado de Abastos de Santiago de Compostela”
La posición del mercado con respecto a la ciudad no es un gesto simple, sino que se asienta sobre una parcela de gran complejidad. Por una parte, la topografía del lugar, que ha determinado una interpretación concreta de sus habitantes, está formada por una pequeña loma que define un límite con respecto a su entorno. Se supone que en esta zona existió un castro, por lo que el lugar era una topografía habitada. En un extremo se encuentra la pequeña iglesia de San Fiz de Solovio (la primera parroquia de Santiago de Compostela), al otro lado San Agustín y en su frente, la traza de la muralla. La posición del mercado era una oportunidad para modernizar la ciudad dentro de un conjunto de estrategias afines a las ideologías higienistas de finales del siglo XIX. La ciudad medieval por fin comenzaba a modernizarse mediante la pavimentación de las calles, la incorporación del saneamiento y de la introducción de ordenanzas destinadas a favorecer la ventilación, iluminación y la limpieza.
Fotograma de “Os Segredos do Mercado de Abastos de Santiago de Compostela”
El mercado proyectado por Vaquero Palacios sustituye a dos construcciones previas que se asentaban sobre una antigua propiedad de los Condes de Altamira, correspondiente a su pazo y huertas. El primer proyecto, era una improvisación para dar solución provisional, pero el segundo ya se trataba de una construcción de acero al estilo de los mercados europeos. A pesar de tratarse de un edificio de pabellones, en línea con ciertos postulados higienistas, la pésima calidad de la construcción hacía que éste fuese objeto de reparaciones constantes. Este primer mercado, conocido como Mercado de la Ciudad, fue proyectado por Agustín Gómez Santamaría en 1870 y estaba formado por un zócalo de piedra del que arranca la estructura de forja sobre la que se dispone el cerramiento de vidrio. Utilizado durante casi siete décadas, los continuos problemas hacen que en 1920 el ayuntamiento compostelano se vea obligado a encargar un nuevo proyecto. Algo que los técnicos municipales ya habían perfilado a finales del siglo XIX. Realizan el encargo de un nuevo mercado a Jenaro de la Fuente (1891-1963) y a Constantino Candeira (1892-1962), quienes comenzaron a desarrollar una pieza casi historicista, pero la dilatación de los plazos y la deriva política española que desembocó en un golpe de estado que lleva a la guerra detienen el proyecto. En 1937 el ayuntamiento decidió encargar la obra a Joaquín Vaquero Palacios.
El proyecto se basa en la materialidad de la ciudad de Santiago de Compostela, pero también en la tecnología de los oficios profesionales. Este enfoque permite que el edificio, una vez construido, se integre de forma natural en la estructura urbana de la ciudad. La piedra y el agua, materiales esenciales de la arquitectura compostelana, son utilizados por Vaquero Palacios como materia prima para la creación de una atmósfera única cargada de sonidos, voces y canciones que dotan de identidad al proyecto. Sobre este contexto el arquitecto reflexiona en una carta a José Ignacio Linazasoro: “Me pareció que había cuatro elementos aprovechables: El trazado y la excavación, aunque mezquina de la red general de desagües; algunas partes de los muros de mampostería que separaban las naves; el pavimento general de losas de granito y el murallón sobre la calle de la Virgen de la Cerca. Los dos primeros obligan al ancho de naves y a su disposición general, aún cuando no iban a ser aparentes después; el último, por el contrario, iba a ser demasiado aparente y monótono”
Fotografía: Nuria Prieto. Cubierta de teja de Cerámica Campo.
El mercado proyectado por Vaquero Palacios pertenece a la tipología de pabellones, una estrategia clásica y que sigue la estructura del mercado preexistente. El conjunto está formado por ocho naves organizadas en parejas, de tal forma que aquellas que se quedan en medio se retranquean y desarrollan menor longitud, para crear una plaza pública interior. En esta plaza se sitúa un elemento singular monumental, pero también como control del funcionamiento del mercado.
El conjunto responde a una comprensión moderna del espacio del mercado, sin embargo utiliza para la definición de la sección de la nave, una referencia directa a la arquitectura monumental compostelana: la catedral y su morfología románica. Las naves del mercado se asemejan a un espacio románico, y se resuelve con una bóveda de cañón, con pequeñas naves laterales, por lo que la percepción espacial es similar a un templo religioso. Pero las naves esconden un truco dentro de su materialidad: mientras la parte inferior se ejecuta en piedra, la bóveda superior se realiza en hormigón armado. Dentro de las bóvedas se abren huecos en el claristorio, de forma que la iluminación natural penetra en el espacio de la nave, creando una sensación de liviandad. El acercamiento al románico por parte de Vaquero Palacios en esta obra es deliberado: “Todo es un poco románico en Galicia, hasta los grelos”. Los arcos de medio punto, los testeros resueltos con tripe hueco al modo de las termas romanas responden a una estética románica que envuelve una estructura y un programa netamente modernos.
Fotografía: Nuria Prieto
Fotografía: Nuria Prieto
“Nunca fui opuesto a la integración de una obra actual (en cualquier momento de la actualidad) dentro de un conjunto arcaico. Esto puede estar muy bien y existen muchos ejemplos aleccionadores. Pero para ello deben reunirse tres condiciones: ser un arquitecto genial, saber que la obra se realiza dentro de un clima suficientemente culto y disponer de un presupuesto sin excesivas limitaciones. Yo no disponía de ninguna de esas tres premisas” Vaquero Palacios en una carta a José Ignacio Linazasoro
La tradición emerge como un estrato más que forma parte del proyecto a través de diferentes detalles. El trabajo de cantería es desarrollado por el gremio de Santiago, siguiendo el oficio tradicional, lo que motiva que los detalles constructivos del mercado se identifiquen con cualquier esquina de la ciudad. La presencia de los canteros en obra generó una atmósfera única, que la enriqueció no sólo con su lenguaje propio, sino a través de técnicas conocidas por ellos y que garantizaron el diseño solvente de los detalles. Además, el proyecto incorpora, a través de su función, una mirada al rural. El Mercado de abastos introduce el rico patrimonio rural gallego dentro de la ciudad, pero también fiscaliza el comercio de bienes procedentes del campo. La alimentación de la sociedad, algo tan esencial como tradicional se moderniza a través de la construcción de una tipología edificatoria que interpreta de forma optimizada los bienes de consumo.
“Lo más obvio que se puede decir sobre la forma en que comen las ciudades es que consumen alimentos que se producen en otro lugar. En el pasado, la mayoría de habitantes de las ciudades tenía alguna idea de dónde venían sus alimentos. Veían la vaca viva en las calles, antes de que terminara en su plato. La industrialización cambió todo eso, porque los ferrocarriles hicieron posible por primera vez transportar alimentos rápidamente a largas distancias. Las ciudades comenzaron a expandirse y, mientras lo hacían, su comida comenzó a llegar de mucho más lejos: la comida estaba fuera de la vista y de la mente”. Carolyn Steel, Las ciudades hambrientas.
La integración del mercado dentro de la ciudad a través de la obra de Vaquero Palacios, transforma también la fachada de la ciudad hacia este, obligando a reformar la rúa das Ameas. Además de esta forma el mercado puede crecer también hacia ese lado con algunos puestos. La idea de proyectar el mercado hacia la ciudad, aporta detalles únicos que nacen del profundo entendimiento del rural gallego. En los testeros de la fachada hacia San Agustín, se coloca un zócalo de piedra, así como unos contrafuertes recortados que no son gestos aleatorios, sino que sirven para la venta sin puesto y para descargar las mercancías que entonces se llevaban en cestas sobre la cabeza. En el extremo opuesto del mercado se proyecta un espacio de servicio que sirve también de vestíbulo. El acceso al mercado desde el exterior de la ciudad, se realiza a través de una escalinata y una rampa, que sirven de apoyo para crear nodos urbanos muy interesantes con piezas escultóricas como la Fonte da Serea.
Fotografía: Nuria Prieto
El granito utilizado para la construcción del mercado es local, un granito de dos micas (moscovita y biotita) con macrofeldespatos que le proporcionan un aspecto más bruto que otros. Además, presenta contracciones de granos, manchas y patrones formales muy diversos, por lo que en ocasiones los canteros locales la llamaban piedra ‘dente de can’. La selección de la piedra, así como su tratado para la puesta en obra, es fundamental.
Fotografía: Nuria Prieto.
La cantera de la que se obtiene el granito para el mercado en la década de los cuarenta, se aproxima más, según los profesionales contemporáneos, a una cantera medieval que lo que cabría esperar por comparación con la tecnología actual. Los canteros extraían la piedra con una modulación compatible con las carretas de transporte, después el granito era llevado a la pobra donde se cortaba y trabajaba hasta obtener la forma definitiva. El aspecto final de los bloques de granito muestra la gran libertad que Vaquero Palacios dio al gremio de canteros para desarrollar su trabajo, siguiendo el proyecto, pero sin renunciar a las técnicas tradicionales.
“Al regresar, conocí Galicia, y el impacto que me produjo la arquitectura gallega fue tremendo, y no sólo la arquitectura, sino el paisaje, el clima, el cielo, la gente con su carácter, su vida, todo tan fundido, tan homogéneo, tan acorde con sí mismo. Santiago de Compostela me sedujo con tal fuerza y tal dulzura que me quedé varios años allí.” Joaquín Vaquero Palacios
Fotograma de “Os Segredos do Mercado de Abastos de Santiago de Compostela”
El mercado de Abastos de Santiago, es una pieza de arquitectura contemporánea integrada con maestría en el tejido de la ciudad medieval. Vaquero Palacios que comprende a la perfección el contexto y la materialidad del lugar, crea un espacio fenomenológico, cargado de sonidos, olores y dinamismo, que sólo puede percibirse como una instantánea silenciosa, cuando se cierra, transformándose en un espacio basilical grave, casi místico.
Créditos documental “Os Segredos do Mercado de Abastos de Santiago de Compostela”
Idea original: Ruth Varela
Realización: Pablo Goluboff e Ruth Varela
Guión y asesoramiento científico: Ruth Varela
Dirección de Fotografía: Pablo Goluboff e Marcos Cenamor
Montaje y postprodución: Pablo Goluboff
Grabación Abastos: Pablo Goluboff e Marcos Cenamor
Grabación Madrid: Marta de la Torre
Grabación drones: Aeromedia
Operador de dron: Patrik Foltyn
Sonido directo y postprodución sonora: Alberto Blanco Fernández
Producción: Ruth Varela e Pablo Carreño
Revisión lingüística: Concepción Armas Quintá
Editado por:
Publicado: Aug 2, 2022