Asociamos a I.M.Pei, nacido en 1917, con aquella gran generación de arquitectos norteamericanos como E. Saarinen (1910), K. Roche (1922) o P. Rudolph (1918), con los que la arquitectura moderna llegó a su cima, ocupándose de aquellos temas que el Movimiento Moderno en Europa –muy centrado en el problema de la vivienda– había dejado en el camino, y muy especialmente en los nuevos edificios públicos. Sin esta contribución americana la arquitectura moderna hubiera sido un limitado experimento.
Pei Cobb Freed & Partners. Gran Louvre Modernization, Paris (1983-1993). © Pei Cobb Freed & Partners
Es una arquitectura de gran inventiva, pero lo que destaca por encima de todo fue una creatividad basada en su compromiso con la técnica. Son unos años explosivos –especialmente las décadas anteriores a la crisis del petróleo de 1973– desde el punto de vista de las innovaciones técnicas en arquitectura, y muy especialmente en el terreno de los sistemas de estructuras. Su arquitectura implicaba un nivel de experimento y riesgo que hoy desconocemos, y que solo puede asumir quien tiene un conocimiento profundo de la construcción y del oficio.
Cada proyecto de Pei es una novedad sin precedentes en un terreno en plena exploración. Pensemos en la construcción con vidrio –uno de los grandes mitos de aquellos años. En seguida nos viene a la cabeza el Louvre (1989), quizás todavía hoy el resultado más brillante de los años protagonizados por el vidrio estructural: no nos cansaremos de ver como la forma comprimida por excelencia –la pirámide- se transforma en un complejo armazón postesado para alcanzar la transparencia máxima.
Pei Cobb Freed & Partners. Gran Louvre Modernization, Paris (1983-1993). © Pei Cobb Freed & Partners
Pero el camino se había iniciado décadas antes, con episodios como el John Hancock de Boston (1976), un hito en la evolución del muro cortina que desembocó en la caída sistemática de los paneles, el descrédito de sus autores y el cierre de la firma. O el Centro de Convenciones Javits de Nueva York (1986), donde se había llevado al límite el espacio acristalado resultado de las mallas espaciales, entonces en auge.
Pei Cobb Freed & Partners. Jacob K. Javits Convnetion Center, Nueva York (1979-1986). © Pei Cobb Freed & Partners
Su obra maestra, en mi opinión, es la Galería Nacional de Washington, un hito en la evolución del museo moderno en torno a un atrio, con una genial respuesta al emplazamiento que deriva en una organización espacial basada en el triángulo. Pero, de nuevo, fruto sobre todo de su experimentalismo tecnológico, y esa composición triangular se resuelve con un espléndido sistema de losas nervadas de hormigón en tres direcciones y una notable malla espacial de tetraedros acristalados en el vestíbulo: el fruto de unos años geniales de estudio de estos elementos, en cuyo desarrollo destacan también B. Fuller, L. Kahn y tantos otros.
Pei Cobb Freed & Partners. National Gallery of Art, East Building, Washington D.F. (1968-1978). © Pei Cobb Freed & Partners
Pei Cobb Freed & Partners. National Gallery of Art, East Building, Washington D.F. (1968-1978). © Pei Cobb Freed & Partners
Este experimentalismo tecnológico fue un patrón común a los arquitectos americanos de la segunda mitad del siglo XX y en esta implicación con el progreso técnico está el origen de la la superioridad de aquellas obras.
Pei me hace pensar necesariamente en el tema de la arquitectura producida por los estudios de gran tamaño, caso de “Pei, Cobb, Freed and Partners” y además hay que pensar que I.M.Pei debió ser un talentoso hombre de negocios y organizador, de modo que su implicación en el diseño de muchas de sus obras supongo que habrá sido muy limitada: en Norteamérica la arquitectura es un negocio y muchos de sus protagonistas han destacado tanto o más por su capacidad de organización que por su conocimiento de la arquitectura.
Pei Cobb Freed & Partners. National Gallery of Art, East Building, Washington D.F. (1968-1978). © Pei Cobb Freed & Partners
Pero los resultados arquitectónicos de este planteamiento fueron espléndidos durante muchos años, y a las grandes firmas les debemos lo mejor de la arquitectura americana. Lo que contrasta con la tendencia de tantos grandes estudios actuales –no solo norteamericanos– a desarrollar un planteamiento comercial cada vez más irreconciliable con la producción de una mínima calidad arquitectónica.
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Publicado: May 23, 2019