Concéntrico ensaya nuevas formas de relación entre arquitectura y ciudad. Desde hace once ediciones, Logroño se convierte en un laboratorio urbano donde se exploran nuevas maneras de pensar y vivir el espacio público.
El festival transforma lugares olvidados o en desuso, los pone en valor y revela su potencial como espacios comunes. No se trata únicamente de intervenciones arquitectónicas, sino de acciones que activan relaciones y redefinen los vínculos entre ciudadanía y territorio.
Bajo la dirección del arquitecto Javier Peña y promovido por la Fundación Cultural de Arquitectos de La Rioja, Concéntrico se ha consolidado como un dispositivo urbano de intervención y pensamiento colectivo. La arquitectura aquí no se representa, se construye: el festival convierte la ciudad en un campo de pruebas donde repensar las lógicas del habitar, la gestión de los recursos o la reutilización del patrimonio edificado.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La undécima edición del Festival Internacional de Arquitectura y Diseño Concéntrico sitúa su programación en torno a tres líneas estratégicas —agua, alimentación y paisaje urbano—, abordadas mediante más de veinte instalaciones que exploran nuevos usos del espacio público ante los desafíos contemporáneos de la ciudad: el cambio climático, la transformación social y la regeneración urbana.
Las intervenciones, seleccionadas por convocatoria y comisariadas en colaboración con entidades internacionales, conforman un repertorio técnico y formal diverso: estructuras efímeras, ensayos constructivos con materiales reciclados, dispositivos participativos, pabellones habitables y mobiliario urbano experimental. Participan estudios como MVRDV, Bayona Studio, H3o arquitectes, Sam Chermayeff Office, Studio ACTE, Andreia García + Diogo Aguiar, Lemonot + O-SH, Sahra Hersi o IC-98, junto a los equipos emergentes seleccionados por convocatoria internacional.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La ciudad se convierte en un campo de experimentación abierto y colectivo. Cada propuesta —ya sea una instalación, un taller o una acción pedagógica— redefine lo cotidiano, ensaya otros futuros y propone formas más inclusivas de ocupar el espacio. Tal y como señala Ángel Carrero, decano del Colegio de Arquitectos de La Rioja, “Concéntrico permite explorar las posibilidades de nuestra ciudad como espacio para la reflexión, el encuentro y la acción transformadora”.
Frente al urbanismo normativo, Concéntrico ensaya otra lógica: la del diálogo, la imaginación y la activación social. Una arquitectura que se entrelaza con los ritmos de la ciudad. Así, el festival no solo transforma el espacio urbano: transforma también nuestra forma de mirarlo, de recorrerlo, de construirlo juntos.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
Reinterpreta, redefine, rediseña. Cada intervención convierte espacios olvidados, pasajes en desuso o lugares de tránsito en escenarios de posibilidad. El festival, un año más, ha convertido la ciudad en un campo de experimentación urbana donde la arquitectura, más que una disciplina formal, se despliega como herramienta de activación social y cultural.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
Los proyectos seleccionados nos muestran una Logroño flexible, abierta a nuevas formas de habitar lo cotidiano. Espacios que “no estaban” adquieren visibilidad y sentido, conectando el tejido urbano con las vidas que lo recorren. El festival no solo interviene sobre el espacio, también transforma la manera en que lo percibimos, lo compartimos y lo construimos.
Una ciudad mejor se edifica desde la participación colectiva. Así lo demuestran acciones como la colaboración entre Xevi Bayona y los alumnos del IES Clavijo, o la intervención en el Mercado de Abastos, creada desde el diálogo con quienes trabajan allí cada día. Concéntrico da protagonismo a las personas, a sus experiencias y vivencias, reconociendo que una ciudad inclusiva se construye contando con todas sus voces.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Bayona Studio interviene la Plaza del Ayuntamiento de Logroño con una instalación basada en la repetición y reutilización de farolas obsoletas, recuperadas del excedente del mobiliario urbano durante el proceso de sustitución del alumbrado público. El gesto parte de una lógica circular: las cabezas de farola, que fueron retiradas, almacenadas y olvidadas, se reactivan en una estructura colectiva que convierte la obsolescencia técnica en material arquitectónico.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Las farolas se elevan mediante un sistema modular de andamios europeos, con conexiones en ángulos de 90° y 45°, sujetos con precisión en tres puntos por estructura. Para evitar dañar el pavimento del centro histórico, cada mástil se apoya sobre zapatos reciclados, recolectados por amigos y conocidos, que actúan como base blanda y simbólica.
La instalación se organiza sobre una plataforma circular de 18 metros de diámetro, situada en el corazón del espacio urbano diseñado por Rafael Moneo, donde los báculos se disponen de forma radial, estableciendo un diálogo visual con las columnas del edificio consistorial y el voladizo que lo envuelve.
Este bosque artificial conformado por 111 luminarias genera un campo visual denso y táctil que evoca lo infraordinario. Se trata de una condensación urbana que opera desde la modestia existencial de sus elementos: farolas reutilizadas, andamios comunes y calzado en desuso, todo ello ensamblado con precisión técnica y sensibilidad urbana. La estructura más alta alcanza los 10 metros, y todas las luminarias han sido adaptadas a una potencia de 14 vatios, con luz neutra de 3000 K, conectadas a una sola fase. El proceso de montaje se completó en cinco días, integrando diseño, logística y ensamblaje con gran eficiencia.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Más allá de su dimensión técnica, la instalación cuestiona la función, la estética y la permanencia del mobiliario urbano. No se limita a mostrar, sino que propone una experiencia inmersiva y reflexiva: una infraestructura efímera que se impone desde el residuo y activa la memoria colectiva, la luz compartida y el tiempo urbano.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
El proyecto de SalazarSequeroMedina transforma el Monumento a Espartero en un oasis urbano mediante la instalación de una piscina simbólica y efímera. Construida con materiales reciclados, esta intervención propone una reapropiación festiva del espacio público coincidiendo con celebraciones como la Noche de San Juan.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Monumental Splash se inscribe en una estrategia urbana que visibiliza el papel del agua como recurso climático y social, generando un espacio de confort térmico y encuentro durante los días más cálidos del año. La estructura se basa en un sistema anular de andamiaje que envuelve la fuente y delimita una nueva periferia peatonal. La madera de chopo está pintada en tonos azules haciendo referencia a las piscinas públicas. La plataforma circular reinterpreta los elementos del mobiliario urbano tradicional y los convierte en soporte para usos alternativos: descanso, juego o celebración estival.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La intervención modifica tanto el uso como la percepción del monumento, convirtiéndolo en punto de encuentro y en motor para imaginar formas de habitar el espacio público más adaptadas a los desafíos del cambio climático. Su ejecución con materiales reutilizables y montaje en seco refuerza su carácter desmontable y replicable.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
h3o architects ocupa la calle Gran Vía Daniel Trevijano con una instalación lineal que serpentea a lo largo de la calzada. Se trata de una gran mesa de madera, continua y de altura variable, que interrumpe el tráfico habitual para promover el encuentro, la hospitalidad y el uso compartido del espacio público. El proyecto incorpora sistemas de cimentación superficial y montaje por módulos, facilitando su adaptabilidad a diferentes trazados urbanos.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La intervención propone un uso alternativo para un eje habitualmente destinado al tránsito, ensayando un nuevo tipo de estancia colectiva en pleno centro de la ciudad. Con una longitud de 30 metros, la mesa se despliega como un cuerpo flexible, sin jerarquías, que invita a sentarse sin necesidad de consumo. La geometría ondulante permite que el mobiliario se adapte al contexto y rodee obstáculos existentes, facilitando su inserción en la trama urbana.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
Fotografía: ©Diana Maján.
Los acabados coloristas y la incorporación de guirnaldas suspendidas dotan al conjunto de un carácter doméstico y festivo. Más allá de su presencia física, la pieza actúa como catalizador social: convierte un espacio de paso en lugar de encuentro, proponiendo un modelo replicable de infraestructura urbana ligera que facilita la apropiación temporal del espacio público por parte de la ciudadanía.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
El Centro de Cultura del Rioja acoge la exposición Cities Connection Project, comisariada por Nicola Regusci y Xavier Bustos. Esta plataforma promueve el intercambio entre estudios de arquitectura de distintos territorios europeos, articulando exposiciones, publicaciones y encuentros en torno a temas comunes. Cada edición conecta tres ciudades mediante una selección de 60 proyectos de jóvenes arquitectos, generando una red de diálogo entre prácticas emergentes e instituciones locales.
Fotografía: Cities Connection Project.
La séptima edición —CCP07_Arquitecturas en transición [reutilización del patrimonio construido y responsabilidad social]— conecta el área metropolitana de Barcelona con las regiones de Valonia-Bruselas, Luxemburgo y el Gran Este francés. Una geografía compartida por estudios comprometidos con modelos arquitectónicos sostenibles, sistemas constructivos duraderos y programas que favorecen la mezcla de usos y la interacción comunitaria.
El diseño expositivo responde a estos mismos principios. La estructura, compuesta por marcos de madera ensamblados de forma modular y transportable, ha sido concebida para adaptarse a las distintas sedes del proyecto. El sistema permite montar y desmontar la muestra, facilitando su circulación internacional y reforzando el compromiso con una arquitectura de bajo impacto.
En el centro del Mercado de Abastos de Logroño, Zyva Studio ha creado una instalación que parte de una mesa circular en tonos de rosa y amarillo como dispositivo escénico para reflexionar sobre las tensiones de la convivencia en el espacio doméstico. La estructura elevada, inspirada en la arena griega y las jaulas de MMA, utiliza elementos prefabricados y sistemas de unión rápida para acentuar el carácter performativo del diseño.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
The Boxing Dinner reproduce un ágora contemporánea donde se cruzan el ritual de la comida y el enfrentamiento emocional. La geometría concéntrica organiza el espacio como un teatro en miniatura: un escenario para el debate cotidiano y los afectos desbordados. La mesa central —soporte físico y simbólico— articula la relación entre los cuerpos y el entorno construido, mientras que el perímetro actúa como límite y grada.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
El proyecto se construye con estructuras modulares metálicas y paneles ensamblables, que permiten una rápida implantación y desmontaje. La intervención se completa con una gráfica específica que combina símbolos domésticos y referencias visuales a las subculturas urbanas, subrayando el cruce entre lo íntimo y lo colectivo, lo ritual y lo lúdico.
La Plaza del Revellín acoge Ser Miento, una instalación que reutiliza más de 1.200 haces de sarmientos procedentes de viñedos cercanos como material constructivo. Insertados en una estructura modular de madera de 16 metros de largo por 4 de alto, los sarmientos configuran una envolvente curva y porosa que proyecta sombra y matiza la luz.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
El conjunto se compone de 14 pórticos verticales de madera laminada ensamblados con 6 cordones horizontales que aportan rigidez estructural. Entre ellos se insertan los haces de sarmientos mediante presión, fricción y atado puntual, sin necesidad de tratamientos adicionales. El sistema se apoya sobre cimentación superficial y presenta un ligero voladizo que acentúa la curvatura de la forma.
El espacio resultante combina una mesa colectiva, bancos y un mirador urbano, fomentando el uso social de la plaza. Un óculo lateral enmarca las fachadas históricas, reactivando este enclave como lugar de encuentro y celebración a través de una arquitectura ligera, reciclada y participativa.
Fotografías, de izquierda a derecha, ©Sara Cuerdo y ©Diana Maján.
Leopold Banchini transforma la rotonda de la Plaza Salón Gran Vía en un conjunto temporal de baños públicos, recuperando un espacio urbano residual para el descanso, el bienestar y el encuentro colectivo. Roundabout Baths se articula como una sauna urbana, construida a partir de una estructura circular de contrachapado de chopo pintado en gris, cuya textura evoca a distancia el efecto del microcemento. Una arquitectura modesta en apariencia, pero precisa en sus gestos y potente en su capacidad de transformación del lugar.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La intervención se organiza en tres zonas funcionales: a ambos lados, vestuarios; en el centro, la sala caliente de vapor, coronada por una gran chimenea vertical que se alza como nuevo hito urbano; y en el exterior, una fuente preexistente —hasta ahora desactivada y ornamental— se resignifica como zona de baños de agua fría. El conjunto propone así un circuito completo de sauna, desplegado en un espacio donde antes solo había circulación y desuso.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
El sistema constructivo se basa en una estructura modular de andamio y madera reutilizada, combinada con tejidos microperforados que permiten tamizar la luz y generar atmósferas de intimidad sin aislar por completo del entorno. Los muros altos y permeables delimitan el perímetro del baño manteniendo la relación visual con el espacio público y sus flujos. La forma circular facilita recorridos envolventes y secuencias espaciales coherentes, en un gesto arquitectónico que dialoga tanto con la rotonda como con la arquitectura del entorno.
Inspirado en la tradición de los baños urbanos impulsados por movimientos sociales del siglo XIX, el proyecto denuncia la progresiva desaparición de estos equipamientos colectivos, desplazados por ofertas privadas de bienestar. Roundabout Baths plantea, desde la arquitectura, una alternativa crítica y temporal: un oasis de hospitalidad en medio del tráfico, un espacio de pausa y cuidado compartido en el corazón de la ciudad.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Tras el festival, los materiales serán desmontados y reutilizados en otros contextos, mientras que la fuente volverá a su estado inactivo, dejando sin embargo una huella simbólica y una posibilidad abierta: la de repensar los usos del espacio público como lugar de bienestar común.
La Plaza de Santa Ana acoge esta instalación que traslada al entorno urbano la experiencia sensorial del descanso en el campo. El proyecto articula una cama construida con heno natural y dos dispositivos verticales que canalizan la ventilación cruzada, permitiendo el paso de aire fresco durante el día y atemperado al anochecer mediante estrategias pasivas.
Fotografía: ©Diana Maján
La intervención recupera olores, texturas y temperaturas que remiten al paisaje rural y a formas de habitar ancestrales. El aroma del heno, la presencia de hierbas aromáticas y la circulación del aire evocan un entorno ajeno a la ciudad contemporánea, dominada por la tecnología y la saturación sensorial.
Fotografía: ©Diana Maján.
Formalmente, la pieza se compone de una base de madera con elementos vegetales dispuestos de manera orgánica, sobre la cual se apoya una estructura horizontal habitable. Las torres de ventilación, de aspecto biónico, introducen un gesto escultórico que convierte el conjunto en un refugio contemplativo. La instalación funciona como una metáfora habitada: un campo de verano en pleno corazón urbano, donde el descanso se convierte en acto crítico ante el ritmo acelerado de la vida metropolitana.
La intervención se sitúa en un enclave periférico de la ciudad, junto al Ebro, marcado por memorias traumáticas asociadas a la exclusión, la represión y el olvido. En este contexto, el proyecto propone un espacio de acogida, escucha y resignificación colectiva.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Desde un punto de vista arquitectónico, HEREJES se materializa como una estructura circular concéntrica escalonada, organizada en varios niveles que actúan como gradas. Construida mediante un sistema modular de componentes reutilizables, la geometría en anillos permite configurar un foro abierto de carácter inclusivo, activando el lugar como espacio cívico y de encuentro.
El diseño evita cualquier gesto monumentalizante: la disposición radial y descendente genera un vacío central que actúa como dispositivo simbólico. Esta estrategia espacial fomenta el recogimiento, el debate y la participación ciudadana, proyectando una nueva forma de relacionarse con el territorio a partir del cuerpo y la memoria.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
El círculo, como figura arquitectónica, establece una tipología atemporal vinculada a la escucha activa y al ritual civil. La intervención no impone una narrativa cerrada, sino que habilita múltiples lecturas: política, afectiva, pedagógica. En definitiva, un acto arquitectónico de restitución y posibilidad, que transforma el espacio residual en un enclave activo para el pensamiento compartido.
Instalado en un solar en desuso del centro histórico de Logroño, el proyecto Un tercio de vida transforma las trazas de antiguas dependencias demolidas en un dispositivo arquitectónico y vegetal que invita a habitar el tiempo de forma alternativa. Concebido como un pabellón permeable entre arquitectura, naturaleza y acción colectiva, la intervención activa un paisaje onírico donde convergen el descanso, el ritual y el pensamiento ecológico.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Inspirado en los templos de incubación grecorromanos y en las estrategias del surrealismo histórico, el proyecto propone un doble uso: por un lado, un jardín seco plantado con especies resistentes que favorecen la biodiversidad local y permiten su uso por humanos y no humanos; por otro, un recorrido secuencial a través de estancias simbólicas que culmina en un espacio central habilitado para la experiencia compartida del sueño.
La arquitectura, construida con madera curvada, cerámicas y tejidos naturales, dibuja una casa sin techo donde cada sala activa sentidos distintos: la percepción, la memoria, el deseo, el descanso. Al final del recorrido, una serie de camas orientadas hacia la vegetación invitan a dormir en grupo, acompañadas por una narración cantada, una ceremonia nocturna y un ritual de siembra.
Durante el día, el pabellón funciona como archivo del proceso: se pueden consultar materiales, textos, tapices y una guía del ritual. Por la noche, el espacio se activa para alojar una sesión completa de sueño colectivo, donde el cuerpo y la imaginación participan de una arquitectura transitoria que ensaya otros modos de habitar la ciudad.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Un tercio de vida reconfigura un vacío urbano como lugar de introspección común, donde el descanso no es un paréntesis sino una forma de resistencia, y el sueño, una herramienta para imaginar nuevas ecologías del vivir.
Sam Chermayeff interviene el cruce entre la calle Portales y la Plaza de San Agustín con Living Room, una instalación que traslada los códigos del salón doméstico al espacio público. Compuesta por sofás de piedra, muros bajos y una chimenea central de mármol, la propuesta configura una estancia al aire libre donde sentarse, conversar o simplemente habitar el tiempo de otro modo.
Fotografía: ©Sara Cuerdo.
El proyecto parte de sistemas modulares de mobiliario urbano desarrollados por el estudio, que aquí se agrupan en una disposición casi doméstica, transformando un cruce de circulación en una sala común. La escala, el material y la organización espacial invitan a la proximidad, a la pausa y al uso informal del espacio urbano en verano.
Living Room plantea así una infraestructura mínima para la hospitalidad cotidiana, disolviendo los límites entre lo privado y lo colectivo mediante arquitectura.
La intervención que funciona como taller abierto, archivo y exposición sobre arquitectura circular. La Caseta de obra, instalada en la Plazuela Alfonso de Salazar, está construida íntegramente con materiales reutilizados de pabellones desmontados, ensamblados con sistemas secos y técnicas reversibles.
Fotografía: ©Diana Maján.
Durante el festival, el espacio se convierte en un escenario en transformación: un lugar donde se preparan y documentan componentes de segunda vida —contrachapado, vigas de madera, termoarcilla, textiles— con vistas a la construcción de un futuro pabellón 100 % reutilizado. A modo de magasin d’idées, la caseta acoge entrevistas, prototipos, dibujos y fragmentos materiales, que quedan expuestos al público como un archivo vivo en proceso.
Fotografía: ©Diana Maján.
Su arquitectura reivindica la lógica del ensamblaje: muros de bloques tipo lego, cinchas visibles que tensan y atan la estructura, elementos reciclados de obra estabilizados con escombros, y una lona naranja que otorga sombra y unidad visual al conjunto. La caseta actúa como plataforma de encuentro y reflexión, pero también como manifiesto físico de una arquitectura circular, adaptable y consciente.
Instalada en el Parque del Ebro, esta intervención se compone de paneles triangulares de contrachapado de chopo, articulados mediante bisagras metálicas. Cada módulo ha sido pintado en distintos tonos de verde, generando una lectura cambiante según la posición, la luz y la distancia. El color, lejos de ser decorativo, introduce una segunda capa de fragmentación visual que refuerza la discontinuidad del recorrido.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La estructura rompe con la lógica de lo lineal y propone un lenguaje quebrado, de giros y vacíos, que invita a la deriva. El proyecto parte de una premisa sencilla: toda línea está hecha de pausas. Las pausas son giros, ángulos, quiebros del tiempo y del cuerpo, que fragmentan el espacio y lo abren a la interpretación libre.
Cada panel funciona como la huella de un gesto suspendido. En lugar de contener o delimitar, la instalación ensaya formas de apertura: se pliega sobre sí misma, crea umbrales, fragmenta el paisaje en piezas móviles. Frente a la continuidad aparente del espacio urbano, se impone aquí la disonancia como forma.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Desde el punto de vista técnico, los tableros están unidos por bisagras ocultas que permiten su montaje modular y desmontaje sin herramientas complejas ni cimentaciones permanentes. La elección de múltiples verdes —en gamas mates y satinadas— permite que la estructura dialogue con el entorno vegetal del parque, sin mimetizarse del todo, conservando su condición artificial y evocadora.
Soft Baroque instala en el Parque del Carmen una pieza de mobiliario urbano que desafía la estabilidad como principio. Se trata de un banco de estructura metálica y planos móviles, cuyo diseño ha sido desarrollado y ajustado a lo largo de varios años de experimentación, ensayo y prototipado.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
La intervención —concebida como un dispositivo performativo— parte de una tipología habitual para subvertirla: el banco ya no es un soporte inerte, sino un objeto activo que responde al cuerpo. Cada plano puede girar, inclinarse o bascular en función del peso y del movimiento, generando una ergonomía variable, entre la mecedora, la escultura cinética y la experiencia lúdica.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
El mobiliario se convierte así en un instrumento de relación, tanto con el espacio como con los demás. Sentarse es iniciar un pequeño ritual: comprobar cómo reacciona el objeto, encontrar el equilibrio, compartir el vaivén. El banco, lejos de imponer una postura única, baila con quien lo ocupa.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Frente a una ciudad saturada de objetos optimizados, eficaces y estandarizados, esta propuesta introduce inestabilidad, sorpresa y juego. Un artefacto que rehúye la pasividad del mobiliario convencional y que ensaya, en clave poética, nuevas formas de interacción en el espacio público.
Nami Nami Studio transforma el patio del Colegio de Arquitectos en un entorno de exploración sensorial a partir de materiales naturales y no estructurados: piñas, ramas, tierra, cuerda y piedras configuran un paisaje mutable, abierto al juego libre, la manipulación espontánea o la simple contemplación. La intervención habita el cruce entre pedagogía, ecología y arquitectura, desafiando la lógica del consumo infantil y la estandarización del ocio.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
El conjunto se delimita mediante una estructura metálica ligera que sostiene cortinas translúcidas, generando una atmósfera íntima en pleno entorno urbano. Estas membranas no encierran, pero introducen un umbral espacial que filtra el ruido exterior y favorece la concentración, el juego autónomo y la observación atenta.
Los contrapesos de piedra, cuerdas y nudos visibles no solo estabilizan la instalación, sino que forman parte activa del lenguaje formal, subrayando la dimensión artesanal y material del conjunto.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Más que un equipamiento, la instalación se configura como una microarquitectura relacional abierta a todas las edades. Un espacio sin forma fija que cambia con cada gesto. Frente a los objetos cerrados y las funciones predeterminadas, esta propuesta apuesta por lo abierto, lo sencillo y lo libre como principios para imaginar nuevos vínculos entre cuerpo, materia y entorno.
En la Plaza de la Diversidad, Raghad Al Ahmad construye un espacio de encuentro inspirado en los paisajes domésticos y comunitarios de su infancia en Taif, Arabia Saudí. La instalación, titulada Rooted in Warmth, reinterpreta las reuniones bajo los árboles como arquitectura sensorial, a través de un conjunto de estructuras de madera recubiertas por alfombras tejidas a mano.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
El proyecto consiste en una topografía de madera que se articula mediante módulos ensamblables que permiten ser escalados, atravesados o habitados en reposo. La geometría abierta y permeable de las piezas genera un espacio íntimo, pensado para ser recorrido descalzo, donde el cuerpo recobra su relación directa con el material y el suelo.
Fotografía: ©Josema Cutillas.
Las alfombras de lana reinterpretan el tejido tradicional Al-Sadu, incorporando patrones inspirados en cultivos característicos como los dátiles, cítricos, uvas o granadas. Este gesto conecta lo artesanal con lo agrícola y lo humano con lo vegetal, proponiendo una arquitectura suave que celebra la hospitalidad, el juego compartido y la desaceleración.
Ubicada en la Plaza Cofradía del Vino Rioja, la instalación Crop Top propone una reflexión sobre la escala, la sombra y la capacidad transformadora de los gestos mínimos en el espacio público.
Fotografía: © Josema Cutillas.
La intervención se construye íntegramente con tableros de madera, dispuestos en forma de celosía estructural que define un volumen permeable, cubierto por una lámina translúcida de policarbonato.
Su geometría ligera y precisa genera un umbral intermedio entre el exterior y el refugio: un espacio de sombra, encuentro y pausa que no impone un uso determinado, pero sugiere múltiples posibilidades de apropiación. Sentarse, reunirse o simplemente atravesarlo se convierten en actos significativos gracias a la cualidad espacial que introduce la intervención.
Fotografía: © Josema Cutillas.
Crop Top redefine la experiencia de una plaza a partir de una estructura esencial que, pese a su escala contenida, transforma la percepción del entorno. Frente a un contexto urbano marcado por la inercia funcional, esta pieza demuestra cómo una arquitectura elemental puede activar el espacio desde el cuidado y la precisión formal.
En una medianera situada en la calle Los Baños, Chris Kabel instala una colonia de casas para pájaros que replantea los principios constructivos habituales desde una lógica estructural, material y urbana. Las piezas, de geometría tetraédrica, están construidas con solo cuatro tablones, frente a las seis caras del modelo tradicional. Esta configuración mínima optimiza el uso de material y genera una abertura en la intersección de las piezas que actúa como acceso natural para las aves.
Fotografía: © Josema Cutillas.
Distribuidas rítmicamente sobre la fachada, las casas conforman una intervención discreta pero significativa, que introduce un nuevo ecosistema en el entorno urbano. No se trata solo de una propuesta funcional para anidamiento, sino también de una operación simbólica: una arquitectura de pequeña escala que hace visible la presencia de otras especies en la ciudad.
Fotografía: © Josema Cutillas.
“Picos” actúa como gesto escultórico y ecológico a la vez, invitando a mirar hacia arriba y reconsiderar el paisaje urbano como un espacio compartido. Mediante la repetición de una forma simple y eficiente, la intervención plantea una poética de la coexistencia, donde diseño, ecología y arquitectura se entrelazan para generar nuevas formas de habitar.
La Plaza de la Inmaculada acoge esta intervención que reinterpreta los elementos urbanos existentes —farolas, fuentes, bancos y muros— como soporte para refugios de especies no humanas. Abad propone un conjunto de dispositivos para aves, murciélagos, mariposas y gatos, construidos con materiales reutilizados y fijados mediante anclajes reversibles. El proyecto reactiva la plaza como ecosistema temporal, reconociendo la dimensión compartida del entorno urbano.
Fotografía: © Sara Cuerdo.
Inspirada en las relaciones simbióticas del mundo natural, la instalación no introduce nuevas estructuras independientes, sino que se acopla a las existentes mediante un sistema de “holobiontes urbanos”: unidades híbridas que priorizan la interdependencia entre formas de vida y el espacio construido.
La elección del lugar se vincula con su contexto histórico. Esta plaza, resultado de operaciones urbanísticas de los años cincuenta para la construcción de vivienda social, refleja una voluntad de ofrecer espacios habitables dignos. En el presente, marcado por una creciente dificultad de acceso a la vivienda, la intervención amplía el enfoque habitacional hacia otras especies igualmente desplazadas en el diseño urbano contemporáneo.
Fotografía: © Sara Cuerdo.
Durante el festival, la intervención se complementa con actividades de divulgación y participación vecinal, con el objetivo de fomentar una cultura urbana más atenta a la biodiversidad, el diseño ecosistémico y las relaciones interespecie.
Instalada entre Viña Lanciano, de Bodegas LAN, es una infraestructura ligera y desmontable que articula un espacio de encuentro, producción y cocina a partir de una lógica constructiva mínima. La estructura se compone de una armadura tubular galvanizada, resuelta mediante conexiones atornilladas y uniones trianguladas que garantizan su estabilidad y optimizan el montaje. Sobre ella se disponen planos horizontales de contrachapado técnico que actúan como cubierta y superficie de trabajo.
Fotografía: © Josema Cutillas.
Su geometría se basa en una sucesión de pórticos inclinados que definen una sección simétrica, tensada en vertical por mástiles que culminan en una bandera. Este gesto proyectual establece un hito visible desde el entorno, al tiempo que ordena el espacio interior con claridad estructural. La intervención se enraíza en el paisaje sin alterarlo, adaptándose al camino existente entre hileras de vid. La cubierta protege del sol sin interrumpir las visuales hacia el horizonte, integrando arquitectura, paisaje y acción.
Fotografía: © Josema Cutillas.
El espacio alberga una mesa continua para modelado cerámico y cocinado colectivo, activado mediante talleres dirigidos por la arquitecta y ceramista Elina Zabeta. La arcilla local se convierte en materia prima para una experiencia performativa que articula lo manual, lo gastronómico y lo territorial.
Borneo transforma un solar urbano en un espacio pedagógico de vegetación espontánea. Inspirado en la noción de “jardín planetario” formulada por Gilles Clément, el proyecto propone un paisaje experimental en el que el público interactúa con plantas autóctonas, estructuras de compostaje y mobiliario ecológico. La intervención se plantea como una veranda abierta, una terraza para la observación y el cuidado, desde la que asomarse a los procesos de regeneración que se dan en los vacíos urbanos.
Fotografía: © Josema Cutillas.
El proyecto parte de la idea de que cada persona puede asumir el rol de jardinero planetario, entendiendo la ciudad como un lugar clave para proteger y cultivar biodiversidad. Esta instalación activa un laboratorio vivo donde se ensayan otras formas de habitar, basadas en la relación con lo no humano, la participación comunitaria y la atención a los ciclos naturales. En lugar de imponer un diseño cerrado, el espacio se adapta a las dinámicas del entorno, promoviendo una ecología del cuidado y la transformación compartida.
Fotografía: © Josema Cutillas.
A través de talleres y recorridos, la propuesta busca generar conciencia ambiental desde la experiencia directa, estimulando un vínculo afectivo con el lugar. El paisaje se convierte así en un agente pedagógico y político, capaz de fomentar compromisos cotidianos con el territorio y activar nuevas formas de responsabilidad colectiva frente al cambio climático.
En el embarcadero del Ebro, donde la infraestructura urbana roza la orilla natural, Erazo Pugliese construye un refugio efímero que media entre lo artificial y lo orgánico. La intervención se materializa con paneles de contrachapado que definen un espacio envolvente, acompañado de veladuras textiles suspendidas que filtran la luz y el viento.
Fotografía: © Josema Cutillas.
Este umbral entre el río y la ciudad se convierte en una estancia sensorial abierta al fluir del agua y a los ritmos del paisaje. La pieza invita a detenerse, observar y escuchar. A sumergirse en una experiencia más lenta y táctil del entorno fluvial. El mobiliario integrado, la atmósfera tamizada y la cercanía con el cauce promueven una conexión íntima con el agua, que aquí deja de ser fondo para convertirse en protagonista.
Fotografía: © Josema Cutillas.
La instalación no impone una forma de uso, sino que habilita múltiples maneras de estar: sentarse, acostarse, contemplar. Una arquitectura ligera que, más que ocupar, acompaña al lugar y ofrece cobijo a quien decide habitarlo.
En la calle Marqués de San Nicolás 146, Sahra Hersi propone un taller intergeneracional para imaginar jardines comunitarios. La instalación recoge los diseños ciudadanos, integrando vegetación comestible y hábitats para aves e insectos. Se articula como archivo vivo de deseos ecológicos urbanos, activando el espacio público como lugar de reflexión colectiva y co-diseño ambiental.
La propuesta parte del dibujo como herramienta accesible para proyectar, a escala local, nuevas formas de relación entre ciudad y naturaleza. A través de indicaciones abiertas, los participantes son invitados a pensar en entornos que cuiden tanto a las personas como a otras especies, incorporando elementos para el descanso, el juego, la sombra o el cultivo, así como refugios para polinizadores y fauna urbana.
Fotografías: © Sara Cuerdo.
El taller se desarrolla en torno a una gran mesa instalada en la calle, equipada con materiales de dibujo y escritura que permiten una participación libre, lúdica y multiformato. No se trata de obtener un único resultado, sino de desplegar múltiples visiones sobre cómo podrían ser los jardines del futuro: fragmentos de paisaje productivo, emocional y colectivo.
Al finalizar la actividad, todos los diseños se agrupan para formar una cartografía plural: un paisaje compartido que celebra la diversidad de la imaginación urbana y pone en valor la creación de pequeñas infraestructuras naturales como vectores de transformación climática y social.
En la Plaza San Bartolomé, MVRDV despliega una gran alfombra modular confeccionada con miles de corchos reciclados, recuperados del ciclo de consumo del vino para convertirse en materia urbana. La instalación reinterpreta patrones textiles tradicionales de La Rioja y transforma el suelo público en un tapiz colectivo de geometría vibrante y textura cálida. Su carácter es lúdico, táctil y hospitalario.
Fotografías: © Sara Cuerdo.
El sistema se basa en módulos ensamblables que permiten configurar una superficie blanda, flexible y resistente, apta tanto para el descanso como para el juego. El corcho, símbolo local profundamente vinculado al paisaje vitivinícola, se convierte aquí en un recurso de diseño circular, que articula sostenibilidad, cultura material e innovación espacial.
Fotografía: © Sara Cuerdo.
Como parte de la activación de la propuesta, se desarrolla un taller abierto liderado por Aser Jiménez-Ortega —Associate Director y Head of Interior en MVRDV— que invita a descubrir las posibilidades expresivas del corcho a través de técnicas de trenzado tradicionales. Guiados por artesanos del norte de España, los participantes trabajan con herramientas y muestras para explorar nuevas formas de diseño a partir de un material local, biodegradable y con memoria.
Concéntrico 11 demuestra cómo la arquitectura, incluso desde la temporalidad, puede ser una herramienta de transformación real para la ciudad. Gracias al impulso de la Fundación Cultural del Colegio de Arquitectos de La Rioja y la dirección de Javier Peña, el festival ha convertido a Logroño en un laboratorio urbano de referencia internacional, donde se ensayan nuevas formas de vivir el espacio público.
El respaldo institucional —Ayuntamiento de Logroño, Gobierno de La Rioja, Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana—, junto con el apoyo de empresas como Garnica y LAN y una red cada vez más amplia de entidades internacionales, ha permitido que esta edición vuelva a activar la ciudad desde una arquitectura experimental, comprometida y abierta a la participación.
Las intervenciones de esta edición, desarrolladas por equipos de 16 países, reafirman el potencial de lo efímero como catalizador de ideas, vínculos y futuros urbanos compartidos. Concéntrico plantea otras formas de ocupar el espacio urbano y propone nuevas maneras de construir ciudad desde lo colectivo. Esta experiencia acumulada se ha reflejado por primera vez en un libro que resume una década de proyectos e ideas compartidas sobre el espacio público. Publicado por Park Books y fruto de más de dos años de trabajo, el libro ha sido editado por Nick Axel y Javier Peña Ibáñez, con el diseño de Estudio Casao–Terrazas.
Esta publicación es un "recorrido coral" que celebra la trayectoria del festival y aspira a ser un espacio abierto para futuras reflexiones. El proyecto ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura del Gobierno de España y la colaboración de Garnica y LIF.
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Publicado: Jun 24, 2025